La educación debe empezar por el principio. Si la ciudadanía legal comienza, en nuestro país, a los dieciocho años, la ciudadanía "educativa" debe empezar mucho antes. Para ello es necesario que las propuestas concretas de acción cívico-social en el aula partan de una amplia reflexión pedagógica que favorezca un clima de ciudadanía en los centros escolares. Una reflexión que permita a los educadores profesionalizarse en la función comprensiva, como mediadores e intérpretes, de los acontecimientos cívicos. La educación cívico-social no debe acentuar el papel de estudiantes o alumnos, sino el de aprendices de la ciudadanía democrática. Este libro pretende colaborar en esta dirección considerando, principalmente, las posibilidades de la educación cívico-social en la educación infantil. ¿Cómo puede el educador contribuir a la formación cívica? ¿Cómo se puede comprender y aplicar el principio de interdependencia humana en la educación infantil? El objetivo cívico-social de que los alumnos adopten críticamente los valores democráticos ¿se puede lograr en la educación infantil? ¿Cuáles son los itinerarios de formación de los educadores para que contribuyan a la formación crítica de sus alumnos? A estos y otros interrogantes trataremos de dar aquí respuesta.
«Para educar a un niño hace falta la tribu entera, pero padres y docentes constituimos el equipo pedagógico básico de una sociedad.»
El objetivo de la educación es fomentar la inteligencia práctica. Los gurús del management insisten en la necesidad del talento, y hay profesionales que se dedican a buscarlo. La cuestión es cómo desarrollarlo en nuestros niños y niñas, y también en nosotros, pues es un hábito y, como todos los hábitos, es difícil de adquirir.
Asimismo, hay muchos tipos de inteligencias. Esta obra pretende ayudar a los más pequeños a descubrirlas. Cada uno de nosotros tiene fortalezas y debilidades, pero hay un «talento básico» que debemos intentar reforzar universalmente, y de éste trata sobre todo este libro. Nos referimos a la capacidad de saber qué hacer con nuestras destrezas y también con nuestras limitaciones para dirigir nuestra acción hacia una vida plena.
En este libro se abordan los fundamentos teóricos del debate contemporáneo en torno a la educación como bien público y común. Para ello, se analizan las bases teóricas de los conceptos de “bien común” y “bien público” y su relación con la doble condición de la educación como “derecho” y “servicio”. Además, se estudian diferentes comprensiones posibles de la educación en un contexto de privatización y mercantilización crecientes. El libro reivindica a la educación como un bien público y común, a las escuelas como las instituciones que mejor capacitadas están para extender y asegurar derechos y oportunidades para todos, y a sus docentes como quienes hacen cumplir las promesas democratizadoras de la educación para cada estudiante.