Abogado especializado en derecho internacional, ensayista y reconocido escritor de no ficción, Philippe Sands explora en este apasionante relato la relación entre Augusto Pinochet y Walther Rauff, oficial de las SS alemanas que tras abandonar Europa encontró refugio en Punta Arenas, en el sur de Chile. A raíz del arresto del dictador chileno en Londres en 1998, Sands fue contratado como abogado por Human Rights Watch, y tuvo la oportunidad de participar en uno de los casos penales internacionales más importantes desde los juicios de Núremberg. Años después, mientras se documentaba para un libro, encontró una misiva escrita por un antiguo líder nazi llamado Walther Rauff. El autor de la carta, creador de las cámaras de gas ambulantes, ofrecía consejo a su viejo camarada sobre cómo escapar de las autoridades. Perseguido por crímenes contra la humanidad y genocidio, el jerarca había logrado trasladarse a Chile, donde había pasado a administrar una conservera que empaquetaba carne de cangrejo: alrededor de su figura se había forjado cierta mitología (Roberto Bolaño lo menciona en La literatura nazi en América y Nocturno de Chile, y aparece también al final de En la Patagonia de Bruce Chatwin). A Philippe Sands jamás se le ocurrió que pudiera existir alguna conexión entre Rauff y Pinochet, pero las vidas de ambos habían estado profundamente entrelazadas.
El mundo está cambiando. Los animales se están yendo al norte, cada vez son más frecuentes las megaolas de calor, y los incendios, más virulentos e incontrolables, son ya de sexta generación. Por no hablar de la prolongación de la temporada de mosquitos o la progresiva desaparición de las golondrinas que llegaban cada primavera. El modo en que entendamos estas señales y nos enfrentemos a sus consecuencias en lo que queda de siglo será clave para el futuro de nuestra especie.
En Calor, el periodista científico Miguel Ángel Criado se sumerge en una investigación sin precedentes sobre la magnitud de los efectos de la crisis climática en España. Quienes no consideren que el impacto en la flora y la fauna sea motivo suficiente de alarma, tal vez entiendan la necesidad inmediata de tomar cartas en el asunto si ven peligrar las industrias de las que depende este país, como la vitivinícola o la turística, o se sientan interpelados ante la dificultad cada vez mayor para sobrevivir (en algunos casos, literalmente) a los rigurosos veranos en las ciudades.
Desde los años veinte, la imagen popular de la Legión Extranjera Francesa quedó grabada en el imaginario colectivo a partir de la novela Beau Geste, de P. C. Wren: un mundo de aislados y remotos fortines, feroces tribus guerreras y hombres desesperados de todas las nacionalidades que, huyendo de turbios pasados, se alistaban bajo seudónimos para luchar y morir bajo el sol del desierto. Una imagen romántica y llena de clichés que ha opacado una realidad mucho más rica y apasionante, jalonada de combates sin cuartel en exuberantes oasis en medio de la desolación, operaciones de contrainsurgencia en selvas infestadas de tigres, templos alfombrados de cráneos humanos en las profundidades de la jungla, e implacables marchas desafiando los límites de la resistencia humana. En su libro Camaradas bajo la arena, brindis con que los legionarios recuerdan a sus caídos, Martin Windrow narra con la pulsión de la mejor historia militar la «edad de oro» de la Legión Extranjera Francesa: su configuración y desarrollo como cuerpo, la idiosincrasia de unos soldados que decidieron emprender una vida al margen de convencionalismos y que conformaron una de las unidades militares más legendarias de la historia, y sus principales campañas durante la expansión colonial francesa, de los ardientes desiertos y escarpadas montañas de Marruecos a las opresivas selvas de Tonkín, de los traicioneros manglares de Dahomey hasta los inclementes altiplanos de Madagascar. Pero va mucho más allá, para profundizar en las tensiones entre poder político y militar en el seno de la Tercera República, una compleja relación nacida de los humeantes rescoldos del París de la Comuna que condicionó una política exterior de constante expansión durante la era del colonialismo europeo.