En mayo de 1945, recién conquistado Berlín, unos agentes de los servicios secretos soviéticos -el temido NKVD- merodean entre las ruinas de la ciudad para cumplir una orden de Stalin: confirmar la muerte de Adolf Hitler. Pero el dictador soviético también sentía curiosidad, y quizás admiración, por los métodos empleados por Hitler para hacerse con el poder y mantener un feroz control sobre la población alemana.
«En el siglo del artificio sentimos pasión por esta naturaleza que destruimos. Es la civilización del coche y del avión la que sube a píe a la montaña, son los individuos más civilizados de los pueblos más civilizados los que se ponen a estudiar la vida de los "primitivos", los que describen y ensalzan sus costumbres. Cuanto más nos distinguimos de ella, cuanto mejor la conocemos, más experimentamos el sentimiento de la naturaleza pero, al mismo tiempo, más nos alejamos de ella. La hemos inventado al destruirla y esta invención contribuye a su destrucción. Al final de este proceso se esboza un mundo en el que, destruida la naturaleza, el amor por ella sería más fuerte que nunca; y en el que el Edén original, alterado desde la primera intervención humana, se realizaría al fin en estado puro en un puñado de regiones de la tierra (o de nuestra vida) cuidadosamente organizadas. La experiencia de la naturaleza es hoy en día inseparable de la de su destrucción. Si queremos recuperar la naturaleza, primero tenemos que hacernos cargo de que la hemos perdido».
De entre la veintena de libros de Bernard Charbonneau (1910-1996), todos ellos dedicados a lo que él llamaba la «Gran Muda» del siglo XX, fue en El Jardín de Babilonia donde mayor empeño puso en mostrar cómo, después de haber arrasado la naturaleza, la sociedad industrial terminaba de aniquilarla «protegiéndola», organizándola; y cómo se desvanecían al mismo tiempo, con esta artificialización, las oportunidades de la libertad humana. Y no es el menor de los méritos de El Jardín de Babilonia el haber denunciado tan pronto en qué iba a convertirse necesariamente la «defensa de la naturaleza» desde el momento en que separaba su causa de la de la libertad; la indigna regresión que desde ese punto de vista constituye el ecologismo político quedaba juzgada de antemano.
El libro de los cinco anillos es uno de los textos fundamentales del pensamiento marcial japonés. Escrito por Miyamoto Musashi en el siglo XVII como manual para instruir a los discípulos de su escuela, esta obra acabó convirtiéndose en la piedra angular de la filosofía de los samuráis. Haciendo uso de un estilo sencillo y claro, Musashi revela los secretos de su técnica marcial, adquirida a lo largo de una vida consagrada a recorrer la Vía del Guerrerp, y desvela las claves espirituales, éticas y psicológicas para trascender la práctica y alcanzar el Vacío. Las enseñanzas de El libro de los cinco anillos, lejos de quedar obsoletas, continúan despertando interés en todos aquellos que desean emprender un camino de mejora, liderazgo y autoconocimiento.