Escrita en la primavera de 1938 y estrenada en el Abbey Theatre de Dublín en agosto del mismo año, Purgatorio fue la última pieza teatral que Yeats vio representada en vida. Como gran parte de su producción dramática, estamos ante una obra escueta y minimalista, en la que los valores del simbolismo se combinan con el influjo del teatro No japonés y barruntos del teatro del absurdo.
Purgatorio tiene mucho de testamento, pero es también una muestra de la vitalidad de su autor, capaz de volver una y otra vez sobre sus obsesiones y darles forma: deseo y violencia, culpa y anhelo de redención, el peso de la herencia familiar, la sombra del desarraigo y la orfandad connatural del hombre.
Las Ramírez de Stanten Island orbitan alrededor de la ausencia. Cuando Ruthy, a los trece años, desapareció sin dejar rastro después de un entrenamiento de atletismo, su familia quedó marcada y deshecha. Una noche, doce años después, Jessica, la hermana mayor, ve en la pantalla de su televisión a una mujer que aparece en Catfight, un reality show subido de tono. Se apresura a decírselo a Nina, su hermana menor. El pelo de esta mujer está teñido de rojo y se hace llamar Ruby, pero el lunar bajo su ojo izquierdo es reconocible al instante. ¿Podría ser Ruthy, después de todo este tiempo?
Los años desde la desaparición de Ruthy no han sido fáciles para la familia Ramírez. Es el año 2008 y su madre, Dolores, todavía padece la pérdida; Jessica se las arregla entre su bebé recién nacido y su trabajo en el hospital; y Nina, después de cuatro exitosos años en la universidad y de no haber sido aceptada en la escuela de medicina, regresa a casa y se ve obligada a trabajar en el centro comercial doblando diminutas tangas en una tienda de lencería.
Entre los malditos reunidos en Raros como yo encontramos escritores que fueron aplaudidos en vida para después caer en el olvido, como Concha Espina; otros despreciados en vida que después han sido rescatados, como Felisberto Hernández; y hallamos también a quienes fueron malditos en vida y aun hoy lo siguen siendo, confinados en las mazmorras donde se encierran las voces que desentonan del coro oficialista. Destaca entre estos últimos el argentino Leonardo Castellani, a quien Prada denomina rubenianamente «padre y maestro mágico que cambió radicalmente mi percepción del oficio literario» y dedica páginas muy hondas y reveladoras. Cierra el volumen un balcón ofrecido a las «rosas de Cataluña», un puñado de escritoras –casi todas ellas de la misma generación– que el autor descubrió fascinado mientras estudiaba la literatura catalana de la Edad de Plata.
Aunque la historia que narra no es original de William Shakespeare, el genial dramaturgo británico supo elevarla a la categoría de mito y arquetipo. Romeo y Julieta es la más célebre tragedia escrita por el autor, que se ha ganado el corazón de generaciones enteras de espectadores y lectores. El amor imposible entre Romeo Montesco y Julieta Capuleto debido a viejas rencillas familiares sigue emocionando, y el desenlace, por truculento que sea y conocido que resulte, aún nos conmueve.
En este libro crudo y tierno, entre la emoción y la dureza, los recuerdos se ligan a los ritmos de las rondas infantiles. Llega el momento en la vida en que los juegos y cantos pierden su inocencia. Una muchacha educada, pero también traviesa, que toca el piano, practica esgrima y se pelea con su hermana, transita la traumática experiencia que separa la niñez de la adolescencia. El despertar del cuerpo y el encanto por lo prohibido pautan las rondas de una niña que se quiere comer y «amanecer al mundo / desflorada a besos». La Biblioteca Elena Poniatowska reúne la obra narrativa, ensayística y periodística de la autora que ha explorado con maestría el género que ha tenido enfrente. En Rondas de la niña mala la poesía evoca los fogosos años de la juventud y el descubrimiento de la sensualidad y sus delirios.