Todo es silencio relata cómo los círculos del crimen rodean y corrompen, no siempre con éxito, el extraño duende de la condición humana.
Cuando al hablar te juegas la vida, todo es silencio.
En Noitiá, en la costa atlántica, hubo un tiempo en que las redes del contrabando, reconvertidas al narcotráfico, alcanzaron tanta influencia que estuvieron muy cerca de controlarlo todo: el poder social, las instituciones, la vida de sus gentes.
Fins, Leda y Brinco exploran la costa a la búsqueda de lo que el mar arroja tras algún naufragio, el mar es para ellos un espacio de continuo descubrimiento. El destino de estos jóvenes estará marcado por la sombra odiosa y fascinante a un tiempo del omnipresente Mariscal, dueño de casi todo en Noitiá.
Manuel Rivas, con una prosa incisiva que tan pronto es mar en calma como embravecido, da forma a un universo fronterizo en el que los silencios van moldeando a cada uno de los protagonistas.
«Las voces bajas es la novela de la vida. Son las voces de los niños, las mujeres que hablan solas, los emigrantes, los muertos, los animales... Las voces de los que no quieren dominar y se alimentan de palabras y cuentos.»
Desde la primera página late algo singular en Las voces bajas. Escrita al modo de una autobiografía, todo parece verdad y todo, imaginación. Es el efecto de una novela de la memoria encendida. El libro arranca en una geografía real donde la mirada de la infancia va descubriendo, con una mezcla de miedo, estupor y maravilla, lo que de extraordinario hay en la existencia de la gente corriente.
«No sabemos bien lo que la literatura es, pero sí detectamos la boca de la literatura. Tiene la forma de un rumor. De un murmullo. Puede ser escandalosa, incontinente, enigmática, malhablada, balbuciente. Yo conocí muy pronto esa boca. En aquel momento era, ni más ni menos, la boca de mi madre hablando sola.
Un sueño recurrente y perturbador. Un misterioso camafeo y una mujer en busca de respuestas.
Un secreto silenciado durante años rompe el rumor de las olas
Adela Roldán, casada y con un hijo, lleva una apacible vida en familia salvo por una pesadilla recurrente que la perturba desde que era solo una niña. En ella ve cómo una joven es asesinada en presencia de su hija pequeña. Cuando despierta no recuerda nada más, hasta que una noche identifica el nombre del pueblo en el que ocurre todo: Vilar de Fontao, en Galicia. Decide viajar hasta allí y comprobar si la casa donde tiene lugar el horrible crimen existe. Lo que Adela desconoce es que, en realidad, emprenderá un viaje de más de cien años que la llevará desde un pazo en la Costa da Morte hasta la ciudad de Santiago de Compostela. Un viaje en el que perseguirá descubrir la verdad sin saber que se acerca a un secreto que unos intentan desvelar y que otros quieren preservar.
Haciendo gala de un estilo lleno de resonancias e imágenes evocadoras, Ángela Banzas construye con maestría una novela que conecta la historia de varias generaciones de mujeres que deberán sobreponerse a la adversidad, a la traición, al dolor y al miedo, sin dejar de luchar con pasión por aquello en lo que creen en unos tiempos marcados por el clasismo rural, el hambre y la guerra, los bandos, la desconfianza y la muerte.
«Aprende a amar tu destino. Cuando otros vean lluvia y la repudien, tú sonríe a la tierra agrietada y mortecina y espera la simiente que crecerá mañana. Sé paciente y perservera, pues en la oscuridad la luz brilla con más fuerza».
Cuando, tras el armisticio, Céline dio a la imprenta su tercera novela, Guignol's band (1944), sólo había terminado la primera parte de un proyecto que veinte años más tarde, y muerto ya su autor, se vería completado con la publicación de la segunda parte, titulada El puente de Londres (1964). En este volumen el lector encontrará las dos partes de lo que siempre fue una sola obra, fracturada por el encarcelamiento de Céline. La influencia en su escritura de los panfletos que causaron su exilio se acusa en el estilo de esta novela que transcurre en Londres, entre 1915 y 1916. El protagonista, el seudoautobiográfico Ferdinand, se mueve a través del grotesco inframundo londinense. En este angustioso escenario, plagado de proxenetas, prostitutas, prestamistas y adivinos, policías y pirómanos, la ilusión de vivir se halla desnuda ante la disolución social y psicológica de aquellos que ya no albergan ninguna esperanza.
Los dos libros de viajes reunidos en este volumen están escritos en la estela del éxito obtenido por Cela con Viaje a la Alcarria (1948). Los dos tienen un origen común: el viaje que, por encargo del diario Pueblo, realizó el autor en el verano de 1948 por buena parte de España.
A partir de las crónicas redactadas para la ocasión, Cela armaría, años después, Del Miño al Bidasoa (1952) y, en estricta continuidad, Primer viaje andaluz (1959), con los que confirmaría su maestría en un género en el que reflejó su amor al vagabundaje y su personalísima visión de las gentes y las tierras de su país.