Martina siente que se está convirtiendo en una mujer florero en una relación que la mantiene anulada y consumida. Dispuesta a darle un giro a su vida, decide rechazar la proposición de matrimonio de su novio.
Lucía está metida en una relación que la tiene encerrada y atada de pies y manos. Es madre, y le gusta... a veces. Otras, lo detesta. La inesperada visita de su hermano Bruno podría cambiar la vida de una de sus mejores amigas, ya que del amor al odio hay solo un paso, o un piso.
Carlota tiene novio. Un novio con el que no disfruta de una vida sexual activa, pero que la tiene atada de algún modo. Aunque casarse parece ser su primera opción, no está segura de si es la correcta.
Tres amigas.
Un hermano que va a volver loca a una de ellas.
La búsqueda del amor a partir de los treinta, que no siempre sale bien.
Aplicaciones de citas, maquillaje y mucho más, con una dosis de humor que te hará reír a carcajadas.
¿Puede la vida ponerse patas arriba por algo tan sencillo como un «no quiero»?
Un hombre despierta en el claro de un bosque de lo que parece ser la Inglaterra medieval, sin ningún recuerdo sobre quién es, de dónde procede ni por qué está allí. Perseguido por un grupo llegado de su propia época, su única posibilidad de sobrevivir pasa por recuperar la memoria perdida, conseguir aliados entre la gente del lugar y quizás incluso confiar en sus supersticiosos alardes. Su única ayuda del «mundo real» debería haber sido un manual titulado La guía del mago frugal para sobrevivir en la Inglaterra del Medievo, pero el ejemplar que tenía explotó en el traslado. Los escasos fragmentos que logró rescatar le proporcionan pistas sobre su situación, pero ¿logrará atar cabos a tiempo de sobrevivir?
«Si hubiera vivido un poco más, apenas tres años, Joseph Roth habría asentido ante la escena de Casablanca en la que el mayor Strasser le pregunta a Rick por su nacionalidad. "Soy un borracho", responde este. Roth habría respondido igual si alguien le hubiera preguntado. Todos sus lectores lo sabemos porque lo dejó clarísimo en sus libros, en sus dibujos y en lo que los biógrafos han descubierto de su vida. También sabemos que no le preguntaron por su nacionalidad, porque Roth fue uno de los miles de apátridas que se morían del asco en la Francia a punto de rendirse ante Alemania. En un país lleno de refugiados con pasaporte Nansen (cuyo papel era tan malo que se deshacía al segundo trámite), la gente había perdido la costumbre de preguntarse por nacionalidades que ya no existían. "Así soy realmente: maligno, borracho, pero lúcido. Joseph Roth", escribió en la dedicatoria de un autorretrato que se hizo en París en noviembre de 1938, seis meses antes de su muerte».