4 de julio de 1099. Mientras Jerusalén se prepara para la invasión de los cruzados, un griego conocido como el Copta convoca a una reunión con los jóvenes y los viejos, los hombres y las mujeres de la ciudad. El Copta no buscaba unirse a ninguna religión en particular, pero había guardado en su memoria todo lo que había escuchado para poder transmitirlo a las generaciones futuras. "En cuanto a mañana, la armonía se volverá discordia. La alegría será remplazada por el dolor", dijo el Copta. "Ninguno de nosotros puede saber lo que nos reserva el futuro, porque cada día tiene sus buenos y sus malos momentos. Así que olvídense del ejército que espera afuera, y el miedo que acecha dentro. "Hablaremos, por lo tanto, de nuestras vidas diarias, de las dificultades que debemos enfrentar." Y le hicieron preguntas acerca de los verdaderos enemigos, la derrota, la soledad. Le hicieron preguntas con respecto a la lucha, el cambio, la belleza, el camino a seguir.
Esta obra compuesta por veinte poemas sin título, relacionados al amor, más un poema titulado La canción desesperada son las experiencias que tuvo Pablo Neruda en su adolescencia y en la cual demuestra una gran melancolía y nostalgia por el momento fugaz del amor.
"Me gusta cuando callas porque estás como ausente. Distante y dolorosa como si hubieras muerto. Una palabra entonces, una sonrisa bastan. Y estoy alegre, alegre de que no sea cierto."
La prosa de Pablo Neruda recogida en este volumen revela aspectos desconocidos de la rica y compleja personalidad del poeta. Estos textos describen el Extremo Oriente de sus años juveniles, hablan de personajes y sucesos chilenos y de las más inesperadas latitudes, describen el paisaje marino de Isla Negra, narran misteriosas ceremonias celebradas por extravagantes amigos en alguna casona perdida en un barrio de Santiago de Chile o describen dos casos de chilenos ejemplares, los de Mariano Latorre y Pedro Prado, la eterna lucha entre América y Europa, entre naturaleza y cultura, realidad criolla e invención cosmopolita.
Sevilla, 1626. A su regreso de Flandes, donde han participado en el asedio y rendición de Breda, el capitán Alatriste y el joven mochilero Íñigo Balboa reciben el encargo de reclutar a un pintoresco grupo de bravos espadachines para una peligrosa misión, relacionada con el contrabando del oro que los galeones españoles traen de las Indias. Los bajos fondos de la turbulenta ciudad andaluza, el corral de los Naranjos, la cárcel real, las tabernas de Triana, los arenales del Guadalquivir, son los escenarios de esta nueva aventura, donde los protagonistas reencontrarán traiciones, lances y estocadas, en compañía de viejos amigos y de viejos enemigos.
A punto de incorporarse a su antiguo tercio en Flandes, Diego Alatriste se ve envuelto por mediación de su amigo don Francisco de Quevedo en otra peligros aventura. Una mujer ha aparecido estrangulada en una silla de manos frente a la iglesia de San Ginés, con una bolsa de dinero y una nota manuscrita: Para misas por su alma. El enigma se complica con los sucesos misteriosos que ocurren tras las paredes de un convento, cuando Alatriste es contratado para rescatar de allí a una joven novicia. En el azaroso y fascinante Madrid de Felipe IV, entre lances, tabernas, garitos, intrigas y estocadas, la aventura pondrá en juego la vida de los amigos del capitán, haciendo surgir del pasado los fantasmas de viejos enemigos: el pérfido secretario real Luis de Alquézar, el inquisidor fray Emilio Bocanegra y el siniestro espadachín italiano Gualterio Malatesta.
Un retrato directo de las inquietudes, ilusiones y desilusiones de los que vivieron y participaron en la Transición española.
Rosa Montero retrata con audacia la historia de Ana, quien deberá cumplir con las exigencias de su trabajo como re-dactora en una revista, cuidar de su hijo y navegar por la noctámbula vida del convulso Madrid de finales de los setenta. Crónica del desamores la primera novela de la autora y una obra clave para entender las inquietudes de una generación que se sentía a la vez poderosa y desorientada y aún no sabía manejar su libertad sin herirse.