«Su apellido figura en la historia médica de cientos de miles de niños y niñas de todo el mundo. Las enciclopedias lo recuerdan como un pediatra reconocido por sus tempranos estudios sobre desórdenes psicológicos en la infancia. Sin embargo, la biografía de Hans Asperger esconde un pasado siniestro: durante el nazismo, fue cómplice del régimen, sumándose con sus diagnósticos a las políticas de exterminio que aplicó el Tercer Reich».
Clarín
La historiadora Edith Sheffer narra de manera sobrecogedora la alineación de un médico a las despiadadas exigencias ideológicas del régimen nazi, que lo llevaron a convertirse en cómplice del asesinato de menores. Los niños de Asperger es mucho más que un recuento sobre los horrores del nazismo; es una obra urgente que nos invita a repensar cómo las sociedades evalúan, etiquetan y tratan a quienes han sido diagnosticados con discapacidad.
La llama vuelve a encenderse y esta vez quemará a más de uno.
Rachel James tuvo que dejar su vida para salvar a los que ama, renunciando a todo lo que le importaba: sus colegas, su carrera y su familia.
Ahora, tras dos largos años, el destino toca a su puerta para que seenfrente a lo que le depara: al coronel Morgan, el hombre que la hizo pecar, y al líder de la mafia italiana, Antoni Mascherano.
Un importante cargo está en juego y la teniente debe prepararse para un nuevo duelo.
El caos empieza a despertarse: la tercera carta cae sobre la mesa, nuevos peligros salen a la luz, así como pasiones que se creían sepultadas, conflictos, complots y jugarretas que pueden poner en vilo a la mafia y a la milicia.
La saga Pecados Placenteros continúa en esta candente nueva entrega, donde la Lascivia da paso a una latente Lujuria, que demuestra que el tiempo no lo cura todo y que los amores nocivos son tan perjudiciales como intensos.
LUJURIA.
AMORES QUE ABRASAN.
El escritor Leonardo Bazán es testigo involuntario del asalto a una casa vecina. No es un robo usual: lo lleva a cabo una banda organizada, con una logística sofisticada, y hasta un patrullero de la Policía Científica. Pero lo que más perturba a Bazán es el recuerdo de una experiencia similar -de la que también fue testigo junto a sus padres- ocurrida en esa misma casa en 1976, a poco de iniciada la dictadura militar en la Argentina. El trauma de aquella noche pareció caer en el olvido; pero ahora Bazán siente que debe escribir para entender y salvarse. ¿Cómo actuaron exactamente él y sus padres y cómo juzgar hoy esas reacciones? ¿Cómo es posible que una estructura criminal, montada décadas atrás, todavía exista y que la gente siga reaccionando de la misma manera, con el mismo miedo?