Sonia Nasir, de 38 años, actriz británica de origen palestino, viaja a Israel para visitar a su hermana, que da clases en la universidad de Haifa. No tarda en conocer a otros personajes, entre ellos a Mariam Mansour, directora teatral que quiere poner en escena una versión árabe de Hamlet en Ramala (Cisjordania). Cuando Mariam se entera de que Sonia es una veterana de las tablas, la enrola para que figure en el reparto de su producción.
El regreso a su tierra natal, sus desplazamientos por la geografía local (Haifa, Gaza, Belén, Jerusalén), el contacto con los actores, los recuerdos militantes de su padre y su tío, y la sombra imborrable de las Intifadas suscitan en Sonia una cadena de emociones que, en combinación con las vivencias del momento presente, la obligan a plantearse un dilema que no esperaba: qué es ser palestino y vivir en conflicto permanente con el Estado de Israel. La misma representación de Hamlet irá adquiriendo matices cada vez más cercanos al problema de fondo. El fantasma del difunto rey de Dinamarca acabará identificándose con el fantasma de la ocupación.
Entra el fantasma, segunda novela de Isabella Hammad, es un inteligente relato en zigzag de la Palestina actual. Una apasionante historia de diáspora y desplazamiento que elude la fácil diatriba política y apuesta por las relaciones familiares y artísticas como espacio de resistencia compartida.
Medea me cantó un corrido es la deslumbrante nueva obra de Dahlia de la Cerda, tras el éxito apabullante obtenido en México con Perras de reserva y Desde los zulos. La autora crea un paisaje literario único, característico de su estilo original, donde las protagonistas se enfrentan a situaciones límite, inmersas en un fuego cruzado entre la violencia del crimen organizado, el Ejército y los conflictos de padres, familias o parejas provenientes de estos entornos. Sin embargo, como dice una de ellas parafraseando a Sartre: «No somos lo que hicieron de nosotras, sino lo que hacemos con lo que hicieron de nosotras». Por fortuna, en esta ocasión contarán con la ayuda de Medea, el personaje mitológico, que aparecerá «toda vestida de negro, con unas trenzas africanas muy perritas» para auxiliar a las protagonistas, ya sea en abortos o en el término de relaciones abusivas similares a la que ella vivió con Jasón. En estas páginas conviven situaciones delirantes y sumamente divertidas que discurren en compañía de una banda sonora de fondo plagada de corridos tumbados, cumbias, y ritmos de perreo. Dahlia de la Cerda se sirve de un lenguaje propio, música y humor negro para compartir con sus lectoras la existencia de las memorables protagonistas que habitan esta historia.