Gabriel García Márquez siempre recordaba cómo su abuela le transmitió la pasión por las historias contándole cuentos cuando era pequeño y vivía con ella. Estos seis relatos, unidos por la presencia, a veces oculta, de un niño, contienen todo el imaginario del gran autor colombiano.
Una mujer y su hija llegan a un pueblo desierto para velar a un familiar difunto sin interrumpir la siesta de los habitantes. Un hombre con unas enormes alas de pájaro se precipita desde el cielo, sembrando el asombro entre el vecindario. Dos niños consiguen inundar de luz la ciudad de Madrid. Y en Barcelona, una prostituta que va entrando en la vejez adiestra a su perro para llorar ante la tumba que ha escogido para sí misma.
Estas conmovedoras historias están acompañadas por la obra de la pintora Carme Solé Vendrell, premio Nacional de Ilustración, que tiene el honor de ser la única persona que dio vida a los cuentos de García Márquez con el permiso del autor. Fieles a la magia de su prosa, las imágenes iluminan las delicadas reflexiones sobre la infancia que trazó el premio Nobel en estos relatos que tanto pequeños como mayores recordarán para siempre.
El siglo XX llega a su fin y en la Georgia soviética los gritos de autodeterminación se oyen cada vez más alto. El destino de cuatro niñas radicalmente diferentes se ve unido por el patio que separa sus casas en un barrio de Tbilisi. Juntas, Dina, Nene, Ira y Keto, la narradora, navegan el final de la infancia y el comienzo de la vida adulta, experimentan su primer gran amor y se enfrentan a la violencia y la precariedad que estallan con la independencia del país y la llegada de una turbulenta democracia que acabará por abrir una brecha ineludible entre sus familias.
«¿Quién eres?»
Un día, Sofía recibe una carta en la que viene escrita esta intrigante pregunta. Después le llega una segunda: «¿De dónde viene el mundo?». De pregunta en pregunta y de sorpresa en sorpresa, la joven será impulsada a una aventura en la que descubrirá a los principales protagonistas de la filosofía occidental, y, sobre todo, ¡a ella misma!