Una gélida mañana de finales de diciembre, Gyeongha recibe un inesperado mensaje de su amiga Inseon: después de sufrir un accidente en su taller de carpintería en la isla de Jeju, ha sido trasladada de urgencia a un hospital de Seúl. Desde la cama, Inseon le ruega que tome el primer vuelo a la isla y se ocupe de su pequeña cotorra antes de que se le acaben el agua y la comida.
Pero, desafortunadamente, cuando Gyeongha llega a Jeju se desata una terrible tormenta de nieve. ¿Llegará a tiempo para salvar al pájaro antes de que caiga la noche?, ¿sobrevivirá al viento helado que la envuelve a cada paso? Lo que ni siquiera sospecha es que algo más oscuro la espera en casa de su amiga.
Un fascinante viaje post-apocalíptico hacia la desaparición del ser humano de la faz de la tierra.
En el país de las últimas cosas todo tiende al caos, los edificios y las calles desaparecen, y no hay nacimientos: la existencia se reduce a la mera supervivencia. Anna Blume cuenta, en una carta enviada desde una ciudad sin nombre, lo que sucede en ese país. Está allí para buscar a su hermano William, y describe una tierra en la que la búsqueda de la muerte ha reemplazado a los avatares y negocios de la vida, donde las clínicas de eutanasia y los clubes para el asesinato florecen y los atletas y corredores no se detienen hasta caer literalmente muertos de cansancio. Anna intenta sobrevivir en ese país devastado, donde todo lo que existe es posiblemente el último ejemplar de su especie, y se convierte en una recolectora de objetos del pasado para vender a cambio de comida y refugio. Pero tambien encontrará amistad —e incluso amor— en este mundo desolado.
Lo que quedará mañana es el hoy y lo vivido. Lo racional. Lo emocional. Lo impulsivo.
Lo que quedará mañana es el presente. Un aquí y ahora pronunciado.
Mañana -tal vez- seré lo que he resuelto o lo que dejé sin terminar.
Lo que quedará mañana será el presente, la memoria o el olvido.
Clara Chacón derrama en estas páginas la energía de los instintos, la emoción de lo cambiante y la fuerza de lo racional que habita en su experiencia pero que traspasa a todas las mujeres.