Blair llega a la universidad dejando atrás un pasado que la marcó y la hizo cambiar para siempre. Espera que las cosas allí vayan mejor, o al menos poder recordar cómo era antes.
Es entonces cuando se topa con su ex novio y no se le ocurre otra cosa que, para evitar que éste piense que lo persigue, besar al sexy Claudio Rinaldi.
Ese beso desencadenará una serie de acontecimientos inesperados para Blair, ya que sus familias se enterarán de ese encuentro y desearán afianzarlo, dado que es hija de una de las familias más ricas del país. ¿Qué hacer, seguir con la mentira o admitir que era todo un engaño?
Comenzarán un falso noviazgo en el que no dejarán de mientras el pasado amenaza con destrozar de nuevo el corazón de Blair.
Adriano es el más serio y misterioso de los tres herederos Rinaldi. Reservado y arisco, no ha hecho muchos amigos en los últimos años de universidad, a pesar de ser el quarterback del equipo de fútbol americano.
Como Claudio y Nerón, él también ha renunciado a la herencia de sus padres. Pese a ello, los conflictos familiares siguen agitando su vida.
Para acabar de complicarlo todo, llega a la universidad Grace, la hermana pequeña de su exnovia Violet, su gran amor, y la que le traicionó la noche del fatídico accidente en que los Rinaldi estamparon su yate en el puerto, y que provocó la ruptura con su familia.
Nacho Duarte es un reconocido director de cine mexicano que, tras la muerte de su esposa, cerró las puertas de su corazón a cal y canto. Le gusta disfrutar con las mujeres, pero no suele repetir con la misma porque no piensa volver a enamorarse.
Su último trabajo lo traslada a España, donde va a rodar una película de acción cuya actriz principal es su amiga Estela Ponce. Sin embargo, para las escenas más peligrosas cuenta con la colaboración de Andrea Madoc, una militar estadounidense que, además, trabaja como especialista de cine.
Andy es una chica simpática, bromista y divertida que hará que el corazón del guapo director mexicano vuelva a latir con fuerza.
Congreso de futurología pertenece al ciclo de relatos protagonizados por Ijon Tichy. En ella Stanislaw Lem hace un magistral retrato de la aspiración al bienestar del hombre contemporáneo sirviéndose de la ironía y del humor. Tras un período de hibernación, Tichy es reanimado en el año 2039 y encuentra un mundo en el que impera la paz y reina un bienestar general; en esa sociedad controlada por la "psiquímica", se aprende y se ama por medio de productos químicos, los sentimientos son manipulados y toda espontaneidad ha dejado de existir. Bajo una apariencia exterior de abundancia y de confort, Tichy descubre, sin embargo, una realidad sobrecogedora que supera la más fantástica alucinación.
Un viaje sin rumbo. Una tonelada de drogas. El Mountain Grill. La gloria del rock. La sobredosis en el sótano. Y la idea persistente de alguien que camina estando ya muerto. Estos son los ingredientes que usa Michael Moorcock en su relato Cantante muerto. Cuento de fantasmas. Alucinación drogadicta. Fantasía macabra. Tras una gira, Shakey Mo, pipa de bandas de rock de los 70 como Hawkwind o Deep Fix se encuentra con Jimi Hendrix resucitado. Juntos viajan sin rumbo fijo en una autocaravana por el norte de Inglaterra mientras charlan sobre la lamentable situación del rock and roll y si hay alguna esperanza para su futuro. Con la publicación en 1974 de A Dead Singer, Michael Moorcock, referente de la nueva ola británica de ciencia ficción y uno de los 50 mejores escritores británicos de la segunda mitad del S. XX (The Times), arrancaba de su tumba al fantasma de una década muerta de forma trágica y lo colocaba en la siguiente, en un acto que sirvió para mostrar a un Hendrix horrorizado por el legado de su generación.
Tras la muerte de su padre, el prestigioso empresario alemán Eric Zimmerman decide viajar a España para supervisar las delegaciones de la empresa Müller. En la oficina central de Madrid conoce a Judith, una joven ingeniosa y simpática de la que se encapricha de inmediato. Judith sucumbe a la atracción que el alemán ejerce sobre ella y acepta formar parte de sus juegos sexuales, repletos de fantasías y erotismo. Junto a él aprenderá que todos llevamos dentro un voyeur, y que las personas se dividen en sumisas y dominantes... Pero el tiempo pasa, la relación se intensifica y Eric empieza a temer que se descubra su secreto, algo que podría marcar el principio o el fin de la relación.
Me llamo Valentina, soy modelo y crecí en La Rioja, rodeada de viñedos, en la finca de mi familia. Siempre imaginé mi futuro allí, con Víctor, trabajando juntos en la bodega, pero una cosa es lo que imaginamos y otra, lo que luego sucede en realidad.
Puede que estés preguntándote quién es Víctor, y para esa cuestión tengo demasiadas respuestas, así que mejor te digo que él lo fue TODO para mí, hasta que nuestros sentimientos nos explotaron en la cara y decidí marcharme tan lejos como pude. Hoy, tres años después, esa noche sigue rompiéndome por dentro.
Dicen que Nueva York es la ciudad de los rascacielos y de las grandes avenidas, además del escenario de infinidad de películas. Personalmente añadiría que también es la ciudad de los sueños, esos que todos esperamos cumplir algún día, incluso yo misma, aunque a veces lo olvide cuando otro sueño, mucho más poderoso y que lleva su nombre, llega para ensombrecer este.
Si me quedaré hasta convertirme en la top model que deseo ser es una incógnita para mí; lo que sí tengo claro es que ahora estoy aquí y que voy a dejar mis dientes marcados en esta gran manzana, o al menos a intentarlo. Y mientras lo hago, su mirada, su sonrisa y su recuerdo caminarán a mi lado por las calles de esta metrópoli y del mundo, para recordarme lo que pudimos tener y no tenemos y también quiénes fuimos y quiénes no vamos a ser.
"Los días felices" es una pieza clave en el teatro de Beckett, que, continuando el proceso de depuración escénica de sus obras precedentes, presenta también características fundamentales de sus piezas posteriores. Winnie, torturada por una luz cegadora y semienterrada en un montículo calcinado, se arropa en un ritual de gestos cotidianos y encuentra siempre motivos, por insignificantes que éstos sean, para considerar sus días felices.