Los peores vaticinios del capitalismo se han cumplido: triunfan los dioses del consumo y la comodidad, y el orbe se divide en diez zonas en apariencia seguras y estables. Los humanos ya no procrean, el sexo se ha convertido solo en una diversión y las letras del alfabeto griego se han pervertido para clasificar a los seres humanos por castas. Todos aceptan su lugar en la nueva jerarquía social, perfectamente ordenada. Los valores humanos esenciales no tienen cabida en este mundo y los habitantes se crean in vitro con una técnica concebida a imagen y semejanza de una cadena de montaje. El soma, la droga por excelencia en este mundo distópico que propone Huxley, ayuda a los habitantes a escapar de la rutina. A cambio de este orden pulcro, la libertad de expresión y el pensamiento crítico han sido erradicados. Bernard Marx, el protagonista de la novela, inconformista e inteligente, deberá probar los límites de la sociedad que lo ha engendrado, iniciando un viaje más allá de las fronteras distópicas de su universo.
Elías es un hombre serio e intransigente, pero justo. También es, según la opinión generalizada de quienes lo rodean, aburrido, arrogante y puntilloso. Es, además, dueño de una próspera escuela de hípica, padre de una adolescente complicada —y mucho más problemática de lo que ella le deja ver— y viudo desde hace tres años. Se siente solo, pero eso es algo que está decidido a solucionar.
Beth es distante, esquiva y un tanto cínica. Y guarda un secreto que condiciona su relación con los hombres. Un secreto que la amedrenta y le despierta una sospecha: ella no es como las demás mujeres. Ella está «averiada». Algo que le ha quedado claro tras una amarga relación que también le ha hecho ver que el estado ideal —al menos para ella—es la soltería. Y así está decidida a seguir por los siglos de los siglos, amén.
El problema es que Elías está interesado en Beth. Y es incluso más terco que ella. Y, además de arrogante, es atractivo, carismático e insistente. Y, por añadidura, besa de maravilla.
Los padres de Matthew están preocupados. Con once años, ya es demasiado mayor para tener un amigo imaginario; sin embargo, a menudo lo encuentran hablando con una presencia que no está físicamente allí. Esta presencia -Chocky- interroga a Matthew sobre cuestiones extrañas y menosprecia el progreso humano. Poco a poco dejan de parecer absurdas las preguntas ¿quién es Chocky? ¿Qué puede querer de un niño? "Chocky", la última novela que Wyndham publicó durante su vida, es al mismo tiempo una historia de inocencia y una sombría muestra de manipulación.
«Un libro que te hace reír y llorar. Superó todas mis expectativas». «Una increíble historia que chicos y grandes deberían leer». «¡Quiero que todos lo lean! No dejo de comprarlo para regalarlo». «La historia de Sebastián es la excusa para llevarte depaseo a través de la literatura universal». El tío Paco y Sebastián llevan 10 años siendo parte de nuestras vidas y esta edición especial lo celebra reuniendo, por primera vez, los nuevos capítulos que conformaron el texto digital publicado por Planeta durante la pandemi@ en 2020. Las increíbles aventuras de Sebastián no terminan y hoy ocurren en un mundo que es todo... menos normal.
«Miré cantidad de veces una película que filmó mi padre en la playa de Miramar [...]. Yo sonreía a la cámara y jugaba con una pelota de goma. La mano de mi madre me acariciaba la espalda».
Engarzadas como pequeñas piedras preciosas, las escenas y los momentos de esta novela arman un delicado rompecabezas que va y viene en el tiempo; es 1972, es 1976, es el Mundial de Fútbol de 1978, es hoy. De fondo, la casa en Miramar, la casa en la playa de una familia que se desintegra. Los hijos, una nena de diez años y su hermano menor, asisten a los desencuentros y reconciliaciones de los padres, jóvenes, hermosos, llenos de furia y de amor.
Pero también ocurre la tragedia. El padre enferma, y la niña asimila el dolor de la despedida a través de un juego privado entre ellos. Su libro favorito en ese momento, Mujercitas, se convierte en el escenario privilegiado donde juegan a cuidarse y a contenerse uno al otro.
En Miramar, Gloria Peirano nos entrega una historia de amor filial y de duelo que no se olvida con el tiempo; al contrario, se agranda con el recuerdo. Una novela que emociona y nos vincula con las pérdidas inevitables de la vida.
La novela de Richard Matheson publicada originalmente en 1975 cuenta la conmovedora y romántica historia de un hombre moderno el guionista de televisión Richard Collier que, habiéndose enamorado de una mujer retratada en una antigua fotografía, remonta la corriente del tiempo hasta 1896, donde encuentra a su alma gemela en la forma de una célebre actriz teatral de finales del siglo XIX. La acción transcurre en un hotel de lujo en Coronado (San Diego), que, además de ser un personaje más de esta fascinante novela, funciona como un elemento superconductor entre las dos épocas consideradas.
Rosa Montero retrata con audacia la historia de Ana, quien deberá cumplir con las exigencias de su trabajo como redactora en una revista, cuidar de su hijo y navegar por la noctámbula vida del convulso Madrid de finales de los setenta.
Crónica del desamor es la primera novela de la autora y una obra clave para entender las inquietudes de una generación que se sentía a la vez poderosa y desorientada, y que aún no sabía jugar a manejar su libertad sin herirse.
Porque a veces la verdad (no) es solo aquello que queremos creer.
Elsa Benavides es una escritora de éxito con una crisis creativa y una obsesión: matar al personaje que la catapultó al éxito. Pero la solución a sus problemas no pasa por electrocutar a Valentina con un móvil en la bañera. Es la punta del iceberg de una herida más profunda.
Decidida a huir para volver a abrazar la escritura, se topa con Darío, un músico recién llegado de París que además es su vecino. Empieza así una nueva historia en la que Elsa es la protagonista. ¿Será capaz de contarlo todo?
En plena crisis de madurez, Bennie Salazar, que en los setenta formó parte de una banda punk y ahora es un alto ejecutivo de la decadente industria discográfica, se echa copos de oro en el café para recuperar el apetito sexual. Sasha, su asistente, después de haber viajado mucho y no siempre en circunstancias felices, se trata de su cleptomanía con un psicoanalista que viste jerséis estrambóticos. En torno a ellos se despliega una variopinta red de personajes, desde una relaciones públicas que intenta lavarle la cara a un general genocida hasta un periodista que ha estado en prisión por abusar de una estrella de cine adolescente. Con el rock palpitando en cada una de sus páginas, El tiempo es un canalla es un entramado fascinador que pasa por lugares como Nueva York, San Francisco, Kenia, Nápoles o el desierto de California, y cubre un período que va de los años setenta hasta el 2020.