Thomas Newton aterriza en Kentucky escapando de su planeta, Anthea, que ha sido devastado por las guerras nucleares y cuyos habitantes son el doble de inteligentes que los humanos. Adopta una apariencia humanoide y se pone manos a la obra para traer a sus compañeros alienígenas y salvarlos de la extinción. Pero su trabajo y la avanzada tecnología antheana que utiliza llaman la atención de Nathan Bryce, profesor de química que no tarda en presumir que Newton esconde algo bajo la superficie. A medida que Bryce y el gobierno estadounidense se vayan acercando cada vez más a su sospechoso, Newton deberá luchar por mantenerse fiel a su misión y salvar a sus congéneres de una muerte segura. Y si bien los humanos son menos avanzados que los antheanos, en ocasiones pueden ser mucho más peligrosos.
Milán, abril de 2003. Riccardo Mezzanotte es un joven inspector de policía que acaba de incorporarse a la Sección de la Policía Ferroviaria de la Estación Central. Tiene una propensión innata a meterse en problemas y comienza a investigar un caso que no parece interesar a nadie: alguien está esparciendo cadáveres de animales horriblemente mutilados por la estación.
Laura Cordero es una joven de veinte años, hermosa y de buena familia, que esconde un secreto. Ella suele llamarlo «el regalo» pero lo considera más bien una maldición de la que no puede hablar. Colabora como voluntaria en un centro de atención a los marginados que se encuentra en la Estación Central y también intenta resolver un misterio: quiere encontrar a dos niños a los que ha visto varias veces deambulando por los alrededores de la estación al atardecer, solos.
La estación, poderosa como una fortaleza, solemne como un mausoleo, enigmática como una pirámide egipcia, parece albergar muchos más misterios: entre los dolorosos pliegues de su historia, tras sus suntuosas columnas y, sobre todo, en sus laberintos subterráneos, gran parte en desuso, donde normalmente ni la policía se atreve a aventurarse, los destinos de Riccardo y Laura se cruzarán y juntos encontrarán la resolución a los misterios que ambos tratan de resolver.
El aniversario de los jardines de Heligan está cada vez más cerca y Lexi, junto con Ben, trabaja sin descanso en una gran exposición para celebrar el acontecimiento. La muestra constará de tres partes: la primera, dedicada al origen de los jardines y a la vida de su fundador Henry Tremayne ya está lista, pero la segunda parte, centrada en los cazadores de plantas exóticas que en el siglo XVIII aportaron numerosos ejemplares procedentes de lugares tan lejanos como la India y Nepal, y la tercera, destinada a los años de la Primera Guerra Mundial y a los jardineros que participaron en la contienda, están todavía sin desarrollar. En los archivos centrales de Cornualles Lexi descubre información valiosa sobre la procedencia de las plantas exóticas que se encuentran en Heligan y la misteriosa historia de un joven que se vio obligado a abandonar Heligan precipitadamente en 1815. Se trata de Avery, el hijo del administrador de la propiedad, que huye a la India después de un trágico duelo y allí se une a una expedición botánica en Nepal, una aventura en la que encontrará el amor y pondrá su vida en peligro.
El Muro de Berlín se construyó para separar.
Dos jóvenes se cogen de la mano frente al Muro de Berlín, aún a medio construir. Una se queda en el Este, la otra en el Oeste. Es 23 de agosto de 1961 y el Muro apenas lleva diez días en pie, pero ya separa el barrio de Rosmarie y el de Kriemhild, que no saben cuándo volverán a verse.
Pero esta ciudad, como las buenas amistades, pervive más allá de los muros.
Elena acaba de mudarse de Madrid a Berlín cuando descubre, en el pequeño museo donde trabaja, una fotografía que le llama la atención y la curiosidad la empuja a indagar sobre la verdadera historia de ese instante y sus protagonistas. ¿Qué esconden realmente? ¿Conseguirían reencontrarse? ¿Se trata de la captura de una auténtica despedida?
Basada en la historia y en la fotografía real de las chicas de Mauermädchen, esta emocionante novela nos habla de las cicatrices de una ciudad dividida, del dolor que produce el recuerdo y el vacío que deja el olvido, así como de las amistades que nos salvan y sobreviven la distancia que pretenden imponer los muros.
Manuela ha crecido en la pobreza. Hija de una lavandera y de un indeseable, ha sufrido las penurias de una ciudad donde el abismo entre las clases sociales es insalvable. Sin embargo, gracias a una vecina, Manuela tiene algo que la mayoría no posee: sabe leer. Cuando su madre muere y ella huye de un padre que quiere abusar de su poder y utilizarla, su camino se cruza con el de una joven escritora, Gertrudis Gómez de Avellaneda.
Criada en una familia con medios, rebelde y sabiéndose siempre distinta a las jóvenes de su clase que únicamente aspiran a casarse y situarse en sociedad, Gertrudis no solo piensa en leer y escribir, sino que tiene la osadía de querer publicar. Logrará contactar con otras que, como ella, se saben diferentes y están dispuestas a hacer oír sus voces. Así nacerá la Hermandad Lírica, un grupo de mujeres intelectuales unidas por la pasión por el saber y los libros y por la necesidad de reivindicar sus obras frente a aquellos escritores cuyos nombres sí aparecen en los libros de historia.
La vida de Manuela y la de Gertrudis quedarán entrelazadas para siempre a caballo entre un Madrid frío y cerrado a los cambios y las otras ciudades donde buscarán esa libertad que ansían contra viento y marea.
SELENE Y NEIL: DOS ALMAS PERDIDAS.
INCAPACES DE SOBREVIVIR EL UNO SIN EL OTRO.
ÉL HABÍA DESTRUIDO EL CASTILLO ENCANTADO PARA CONSTRUIR UNA LOCURA ENCANTADORA.
Tras sobrevivir a duras penas al ataque de Player 2511, Selene decide volver a Detroit con su madre para empuñar las riendas de su vida y olvidar a Neil, sus ojos dorados y sus contradicciones. A pesar de darse cuenta de que lo que siente por él es algo profundo, la chica ha comprendido que Neil no es capaz de dejarse querer por nadie, y menos aún por ella, y que su alma está surcada por cicatrices indelebles que le impiden vivir con normalidad.
Sin embargo, cuando se encuentra con él al cabo de un tiempo, Selene se da cuenta de que no puede prescindir de Neil y decide quedarse a su lado, a pesar de las dificultades. El chico tiene entonces que luchar contra sí mismo y sus monstruos para tratar de corresponderla, aunque sea a su manera. Por si fuera poco, Neil se ve obligado a estar alerta porque Player 2511 sigue al acecho, determinado a tomarse la venganza. Nadie está a salvo y el miedo impera porque está en juego nada menos que la vida.
«He conocido a otros como usted. Se implican tanto que se hacen matar. No les importa el peligro, al revés, les gusta, les motiva. Para tipos como usted tiene que haber un final, bueno o malo, pero tiene que haber un final».
Durante la Guerra Civil, Mastreta, un hombre de pasado oscuro, es reclutado a la fuerza por el servicio de inteligencia del gobierno republicano para encargarse de una delicada misión: recuperar una filmación, en manos de un traidor ruso, en la que se muestran las ejecuciones masivas de prisioneros nacionales. Su publicación podría tener desfavorables efectos publicitarios para el bando republicano.
En San Sebastián, tomada meses atrás por las tropas nacionales, y bajo una identidad ficticia, Mastreta contacta con Frederika Heinz, una joven y atractiva agente alemana a quien el gobierno de su país ha enviado al frente de una expedición para intermediar en la obtención de la filmación. Frederika es una mujer independiente y de comportamiento demasiado liberal para lo que están acostumbrados los militares españoles del bando Nacional. En la guerra de propaganda, conseguir la filmación de las ejecuciones del bando republicano y publicarla puede ser el golpe de efecto necesario para castigar a la República y tapar la mala imagen internacional que ha provocado el bombardeo de Guernica.
La sombra de la tierra es la historia de dos mujeres o, mejor dicho, de la escalada al poder de una de ellas y la pérdida del mismo de la otra.
Estamos en 1896, en Villaveza del Agua, un pueblo de la provincia de Zamora donde el hambre y la pobreza son las circunstancias vitales de sus habitantes, sometidos a la Garibalda, una mujer viuda y enferma que impone sus propias normas a la comunidad entera.
La dictadura de la Garibalda, el control y la explotación a los que tiene sometidos a los hombres y mujeres del pueblo y el temor reverencial que sienten hacia ella ha llevado a los habitantes de Villaveza a buscar una solución, y esta solución (o eso es lo que creen) es Atilana, una mujer tan dura como sus circunstancias que aspira a conseguir el poder que ostenta la caciquesa.
Enfrentadas desde hace muchos años, el odio las mantiene en pie. La lucha de estas dos mujeres egoístas y manipuladoras arrastrará a todo aquel que esté a su lado. Atilana y Garibalda tan absortas una en la otra, incapaces de ver más allá de su enfrentamiento, no serán conscientes de lo que se está gestando a su alrededor hasta que sea demasiado tarde.
Villa Melania es una absorbente saga familiar que evoca otra era de forma realmente bella. Algunas puertas están cerradas por alguna poderosa razón.
«Es posible que todos estemos algo resquebrajados por dentro, que nadie conserve intacta la luna del espejo en el que nos contemplábamos siendo niños.»
En Villa Melania hay una habitación llena de espejos rotos y de recuerdos trágicos. En la mansión señorial de los Lanuza Vega, con su prado de caléndulas y su anciana jacaranda, se pasean los fantasmas de varias vidas truncadas en la noche de la víspera de Reyes de 1966, cuyo eco resonará de manera ensordecedora ese mismo día en 2019. El retrato de Melania, la hermosa y dañada Melania, sigue presidiendo la casa tantos años después. Sus pasos se escuchan sobre tarimas y escaleras; buscan a esa persona capaz de oír a los objetos contar sus historias. Esas historias que ni las hermanas ni el buen cuñado de Melania quieren contar; esas historias que Camila, su sobrina nieta, descubrirá demasiado tarde; esas historias que solo Cloe, la hermana de Camila, sabrá atender y comprender.
Muerte, melancolía, enfermedad, pero también celos, envidia, dolor y miedo acechan desde esos espejos rotos en los que se refleja lo que fueron y lo que son quienes alguna vez vivieron en esa casa. Solo existe una manera de arreglar las lunas y las vidas quebradas: hablar, porque «al callar enterramos a nuestros muertos un poco más hondo».