Toni Morrison, ganadora del Premio Nobel de Literatura 1993, parte de la realidad de una chiquilla desgraciada para tratar temas como el concepto de belleza impuesto, la voz femenina o la infancia truncada, y lo consigue con una historia dura y deliciosa al mismo tiempo.
Pecola es una niña pequeña que vive con sus padres y tiene una prima que se llama Claudia. Le gustan las muñecas y las caléndulas, que no le gustan a nadie excepto a ella. Pecola es negra y cree que es fea porque no se parece a Shirley Temple. Y tiene un truco para desaparecer cuando sus padres se pelean o su padre la molesta por las noches: piensa que tiene unos preciosos ojos azules, que todo el mundo admira su belleza y que las otras niñas la envidian. Pero ese sueño nunca se convertirá en realidad y Pecola seguirá atrapada en la triste vida que le ha tocado en suerte.
«La imagen de esos primitivos habladores que recorrían los bosques llevando historias de aldea en aldea me acompañó urgiéndome cada día más a fantasear una historia a partir de ellos.»Mario Vargas Llosa. En El hablador Mario Vargas Llosa contrapone con extraordinario virtuosismo técnico dos mundos que parecen vivir enfrentados, el de las sociedades modernas y el de los pueblos que viven en armonía con la naturaleza. A su vez conduce al lector a un viaje vertiginoso por el imaginario colectivo de los indios machiguengas, que le sirve para desarrollar, una vez más, una de sus obsesiones: el papel de la ficción en la vida de los hombres.
«En El astillero Onetti se acerca a un equilibrio casi perfecto, a una economía artística que resulta algo milagrosa.»Mario Benedetti Regresar a la alucinada ciudad de Santa María, emplearse en el astillero de Petrus y enamorar a la hija de éste es para Larsen la última oportunidad de encontrar un sentido. Sin embargo, muy pronto dicha tentativa se convierte en una rigurosa farsa: no hay nada que hacer en un astillero paralizado y en ruinas, ni es posible amar voluntariamente. A pesar de que la vida lo excluye, Larsen continúa impertérrito en su papel, como si no quisiera mirar a la cara a un mundo en vías de extinción, o tal vez porque fingir es la única salida posible contra la locura.