¿Qué estarías dispuesta a hacer por conquistar al amor de tu vida?
Desde que cumplí doce años, mi vida ha sido el sueño de muchas niñas: salir de un barrio obrero y lograr la fama, con una cara bonita como único patrimonio.
En mi caso, fui tan ingenua que no quise ver el lado negativo. Solo tenía un objetivo en mente: convertirme en una modelo de fama mundial.
Mi rutina se resumía en posar para sesiones interminables, desfilar y, pese al cansancio, acudir a fiestas en las que permitía que desconocidos me halagasen. Y yo, creyéndome la reina, no daba importancia a ciertos comportamientos: si me tocaban más de la cuenta o me invitaban a cenas privadas, no veía el peligro.
Mateo vuelve al pueblo para acudir a un funeral que lo arrastra inevitablemente a su adolescencia. A aquel verano en que comprendió la importancia de la amistad y de la familia; el verano en que el arte le dio alas; el verano en que se topó no solo con un chico, sino con dos, que le rompieron todos los esquemas; el verano en que, mientras ardían las flores, al fin comenzó a conocerse a sí mismo.
Una mezcla prodigiosa de fantasía e historia, en la que los magos conviven con personajes reales y que plantea una historia alternativa de Inglaterra.
A principios del siglo XIX, las hazañas del Rey Cuervo, el más grande de todos los magos de la Edad Media, perviven en la memoria y la leyenda, pero la práctica de la magia ha sido completamente olvidada en Inglaterra. Hasta el día en que el esquivo señor Norrell, de Hurtfew Abbey, logra que las piedras de la catedral de York hablen.
La noticia del retorno de la magia se extiende como la pólvora y el señor Norrell, convencido de que debe poner sus artes al servicio del gobierno en la guerra contra Napoleón, se traslada a Londres. Allí conoce al joven Jonathan Strange, un brillante y voluntarioso mago, y tras superar algunos recelos, consiente en acogerlo como discípulo.
En una época en la que sólo los charlatanes se hacían llamar magos, Norrell y Strange se proponen limpiar el buen nombre de su oficio, al que consideran una ciencia con mayúsculas. Bajo las órdenes de Wellington, realizarán decenas de actos mágicos, y su éxito es tal que muy pronto se los consultará sobre muchos otros problemas, desde la curación de la locura del rey Jorge III hasta la mejor venganza para amantes despechados. A su paso encontrarán amor y muerte, portentos y crueldades, y arrastrados por la ambición y la rivalidad, el camino de la gloria los acercará irremediablemente al abismo.
En esta historia ambientada en una Londres cubierta de niebla, Robert Louis Stevenson estudia el vínculo entre el respetable doctor Jekyll y una enigmática figura llamada Edward Hyde, mientras explora las bajezas de la naturaleza humana y acaba tejiendo una fascinante trama de misterio en torno a la búsqueda de un asesino. El extraño caso del doctor Jekyll y el señor Hyde dio carta de naturaleza a la idea de la doble personalidad, y creó uno de los grandes mitos de la literatura victoriana, que resuena como nunca en español en la estupenda traducción de Miguel Temprano García.
El castillo de los destinos cruzados, que su autor consideraba uno de sus mejores libros, se publicó originalmente en 1973, tras un elaborado proceso de escritura por medio de métodos combinatorios que le llevó cinco años. Las dos narraciones que lo componen ―El castillo y La taberna― fueron concebidas a partir de un mismo juego formal: las posibles interpretaciones de dos diferentes mazos de tarot, cuyas cartas se reproducen como anotaciones al margen a lo largo del libro. Para la primera de las narraciones, el punto de partida es el tarot Visconti ―con sus delicados miniados que reflejan el refinamiento renacentista―, que genera una serie de historias cortesanas que aluden al Orlando furioso de Ariosto, protagonizadas por personajes de «bella apariencia y vestidos con atildada elegancia». Y para la segunda, el tarot de Marsella, de trazos más toscos, y que requiere personajes más burdos y un lenguaje más popular.
William Faulkner, galardonado con el premio Nobel de Literatura de 1949, es uno de los escritores más aclamados e influyentes de la literatura norteamericana del siglo pasado. Su obra transita los caminos más complejos con maestría técnica y un avasallador talento narrativo, capaz de generar un universo en torno al pequeño y apócrifo condado de Yoknapatawpha, trasunto de su Mississippi natal, a través de la combinación de un profundo desarrollo de los personajes y de un innovador repertorio de recursos expresivos que alcanza su cima en "¡Absalón, Absalón!" Hoy nadie pone en duda que "¡Absalón, Absalón!" es una obra maestra y una novela clave en la literatura universal.