A raíz de una insignificante batalla entre dos reinos anclados en el olvido de la India del siglo XIV, una niña de nueve años tieneun inesperado encuentro que cambiará el curso de la historia. Tras presenciar la muerte de su madre, la niña, Pampa Kampana, se convierte en receptáculo de una diosa que empieza a hablar por su boca. La diosa le otorga poderes que escapan a la comprensión de Pampa Kampana y le confía que va a ser fundamental en la erección de una gran ciudad llamada Bisnaga, literalmente “ciudad de la victoria”, la maravilla del mundo.
En los siguientes dos siglos y medio la vida de Pampa Kampana estará íntimamente ligada a la de Bisnaga, desde la siembra de una bolsa de semillas mágicas hasta su trágica perdición a causa de motivos puramente humanos: la soberbia de quienes ostentan el poder.
Él es un prestigioso cineasta sueco, un hombre genial que anota obsesivamente sus sueños junto a la mesilla de noche. Ella es su hija, la menor de nueve hermanos. Cada verano, desde que era una niña, ha acudido a la casa del padre en la remota isla de Fårö. Ahora que ella es adulta y él roza los noventa años, proyectan hacer un libro sobre la vejez. Al padre le preocupa perder el habla, los recuerdos y la lucidez. Hacerse mayor no es tarea fácil, dice. Escribirán el libro a cuatro manos. Ella hará las preguntas. Él las contestará. Sin embargo, cuando la hija llega a la isla con su grabadora, el decaimiento mental y anímico de su padre preludian una muerte cercana.
«Esta es la historia de un hombre que sin saberlo fue su siglo y la de un lugar que se condensa aquí en un nombre propio: Germán Alcántara Carnero, una historia de violencia incontenible y natural que exige ser contada como una biografía discontinua y que no debía empezar aquí.»
Así comienza El cielo árido, la historia de Germán Alcántara Carnero: de su tiempo, de los hombres y mujeres que vivieron a su lado y de la meseta inexistente en la que Monge destila las esencias de una Latinoamérica salvaje. Un lugar árido, dónde las únicas constantes parecieran ser la soledad, el sol inagotable, la violencia, la lealtad, y la lucha cotidiana por hacerse de una escala de valores que dote de sentido a la existencia.