Tres personajes se dan cita en un Buenos Aires perturbador. El verano y la humedad azuzan la violencia en la ciudad, una tormenta que amenaza pero que nunca acaba de desatarse. Alejandro, un escritor ya en la madurez y desencantado, estampa su automóvil contra un preso. Y este acto violento, aunque de alguna extraña manera natural, pone en marcha un mecanismo secreto que lo conecta con Ángel, practicante de un culto ancestral. Ángel viene del norte para ocupar un cargo en la policía metropolitana, y descubre que no se trataba del puesto que había imaginado, pero se siente poseedor de cierta sabiduría heredada de su abuela, unas creencias que le permiten oír el lamento de los muertos. Y este círculo lo concluye la llegada de Mariana, hija de Alejandro, que se verá involucrada en una de las cacerías de su padre. Cozarinsky nos lleva de la mano por una ciudad que se aproxima al apocalipsis, un mundo entre real y fantástico, que toma el pulso con brillantez a la deriva de la sociedad occidental de los últimos años.
Michael y Caitlin se encuentran secretamente desde hace veinticinco años en su paraíso particular: Coney Island. Unas preciadas horas juntos que programan una vez al mes y que son un bálsamo para la insatisfacción y el tedio de sus fríos matrimonios, del rutinario trabajo, de una familia distante e, incluso, de un país que los vio crecer y que ahora sienten lejos. Sin embargo, fuera de las cuatro paredes de esta modesta habitación de hotel hay un mundo que amenaza con separar sus caminos para siempre.
Una lectura compulsiva, un fresco de dos vidas y una decisión que ya no se puede retrasar se despliegan en el transcurso de unas horas, y una reflexión sobre la crisis de la madurez: qué pasa cuando desaparece la ilusión de la juventud y se cae en el conformismo.
La reconocida dibujante Barbara Stok retrata en esta obra la vida de Hiparquía, una filósofa prácticamente desconocida que vivió en la Grecia del siglo IV a. C. y que revolucionó el mundo del pensamiento clásico gracias al importante rol que desempeñó en la corriente cínica. Con su eterno entusiasmo, un potentísimo trasfondo filosófico y su estilo característicamente cercano, Stok construye un puente con el presente al colocar un espejo frente al lector.
Esta novela gráfica logra devolver el lugar destacado de la Historia que le corresponde a la figura de Hiparquía, una mujer brillante que tuvo el coraje de vivir según sus propios ideales, a pesar de las creencias predominantes de su época.
Ernesto va a cumplir sesenta años y para los telediarios ya es considerado un anciano. Reacio a dejarse aplacar por el desánimo, emprende un viaje al pasado en busca de las claves para el futuro. Entre Mallorca y Barcelona, y entre pensamientos y recuerdos, el protagonista reflexiona sobre el paso de los años y sus consecuencias. Rememora conversaciones de sobremesa con sus amigos, en las que se recogían las preocupaciones de una generación frustrada por todas las promesas que su juventud auguraba, pero no cumplió.
Con Lola, Héctor y Rita, y César, Ernesto comparte todas las inquietudes y pérdidas de una generación sobrepasada, pero también el anhelo de disfrutar de los años que les quedan en un mundo que no se adivina tan feliz como pensaban.
Jeff Atman, un periodista londinense de mediana edad, está en Venecia para cubrir la inauguración de la Bienal de arte. Espera encontrar lo habitual en estos casos: obras de arte incomprensibles en medio de un ambiente festivo en el que abundan el alcohol y las drogas. Lo que no se imagina es que conocerá a Laura, su alma gemela, con la que vive una intensa aventura erótica que convertirá su estancia en la ciudad en algo inusitado.
Otra ciudad, otro encargo. Esta vez Jeff viaja a Benarés para cubrir el ritual funerario de los cadáveres a orillas del Ganges. Rodeado de masas de gente, animales, pobreza y caos, a Jeff le espera una transformación completamente diferente.
René, un anciano transgénero que tocaba el piano en cabarets, pasa los últimos momentos de su vida postrado en una cama bajo la estricta vigilancia de Olga, una enfermera con la que rememora días de militancia, y viejos amores y amistades.
Ahora, a sus noventa y tres años, echa la vista atrás para evocar tanta vida compartida y duramente conquistada: las revueltas de Stonewall, la represión policial, décadas de activismo por los derechos de la comunidad LGTBIQ+, los estragos de la irrupción del sida, que tantos amigos se llevó, los cuidados entre personas que comparten la marginación... ¿Adónde ha ido a parar tanto esfuerzo, si siguen oyéndose voces intolerantes que amenazan con derrumbarlo todo? René sabe que su lucha y la de sus amigas no ha cesado: lo que empezó en los años sesenta sigue en la era Trump.