Esta narración puede ser leída como una huida, una yuxtaposición de historias de viaje: el de Vercingétorix a campos de concentración, el de un grupo de judías embarazadas a una clínica de abortos, el de Glaucus y Artemius o el de Equis, viajero infatigable, condenado a la errancia, cuyo desarraigo no le da derecho ni a un nombre, que busca en cada nuevo territorio el hogar que nunca alcanza. En resumen, una lograda metáfora del exilio, que sufrió la propia autora, y de las corrientes migratorias que han tenido lugar a lo largo de la historia de la humanidad.
Una heredera virgen y gélida como el hielo y un dios arrogante que se ha propuesto derretirla...
Rose Calloway pensaba que lo tenía todo bajo control. Hija de un magnate con una empresa multimillonaria, a sus veintitrés años se ha graduado en la Universidad de Princeton, es campeona en multitud de torneos académicos y diseñadora de moda. Sin embargo, la fortuna no siempre le sonríe.
Cuando su marca de ropa está en peligro, recurre a una solución poco convencional para salvarla. Por si eso no fuera lo bastante complicado, accede mantener una relación con su rival académico en la universidad, el dios Connor Cobalt.
A sus veinticuatro años, Connor Cobalt es el azote de los débiles. Seguro de sí mismo y de su inteligencia, Connor jura ayudar a Rose dentro y fuera del dormitorio. Sin embargo, nadie ha conseguido superar el desafío de derretir a la reina del hielo.
Y ahora, encima, viven juntos.
Arrakis: un planeta desértico donde el agua es el bien más preciado y, donde llorar a los muertos es el símbolo de máxima prodigalidad.
Paul Atreides: un adolescente marcado por un destino singular, dotado de extraños poderes y, abocado a convertirse en dictador, mesías y mártir.
Los Harkonnen: personificación de las intrigas que rodean el Imperio Galáctico, buscan obtener el control sobre Arrakis para disponer de la melange, preciosa especia y uno de los bienes más codiciados del universo.
Los Fremen: seres libres que han convertido el inhóspito paraje de Dune en su hogar, y que se sienten orgullosos de su pasado y temerosos de su futuro.
Carola siempre se ha sentido un poco fuera de lugar. Al marcharse a Madrid a estudiar con sus amigas pensó que podría darle un giro a su vida e intentar salvar una relación que hacía aguas. Sin embargo, un año después las cosas con Adrián siguen igual y no puede evitar ver como su mundo se hace cada vez más pequeño y la rutina la ahoga.
Por eso, cuando se le presenta la oportunidad de ir de Erasmus a Dublín y alejarse de todo, no duda en aprovecharla con la esperanza de que todo cambie.
Y allí, una noche cualquiera, conoce a Gael, con su pelo rubio, sus hoyuelos marcados y su sonrisa amable. Gael, que le recordará lo que es sentir mariposas en el estómago y hará que se plantee cosas que nunca antes se había atrevido a pensar: ¿Y si el amor en realidad fuese dar sin exigir? ¿Podrá Carola dejar sus inseguridades atrás y volver a empezar?
A veces, amar significa dar un salto al vacío.
Una pareja de recién casados celebra su noche de bodas. No saben que será la última de sus vidas. Al día siguiente, Lindsay Boxer, inspectora de Homicidios de San Francisco, examina la escena del crimen. Lindsay no pasa por su mejor momento, ya que le acaban de diagnosticar una rara enfermedad. Sin embargo, no piensa rendirse y, para resolver el caso, decide contar con la ayuda de tres mujeres, cada una de ellas experta en su campo: la joven y avispada periodista Cindy Thomas, la doctora forense Claire Washburn y la implacable ayudante del fiscal Jill Bernhardt. Las cuatro formarán de manera extraoficial el Club de las Mujeres contra el Crimen. Un club que tendrá que trabajar contra reloj, porque el doble homicidio es solo el primero de un asesino en serie.
En una antigua zona de marismas de la capital islandesa, aparece flotando en un estanque el cadáver de un vagabundo. Como a casi nadie le importa su muerte, la policía archiva rápidamente el caso. Un problema menos. Sin embargo, un joven agente llamado Erlendur, que conocía al mendigo de sus rondas por el corazón de la ciudad, empieza a obsesionarse con las circunstancias del trágico suceso. Hay varios detalles que indican que no se trató de un simple accidente y Erlendur tiene la firme convicción de que todos merecen justicia.