Alpha, Bravo, Charlie, Delta y Easy se hacen llamar los Muchachos de Jack, en honor a Jack el destripador. Entre ellos no se conocen más que por una plataforma en la Deep Web donde comparten su verdadera pasión: llegar a ser artistas del asesinato. Cuando Connor y Nikki violan la intimidad de su chat, la furia de estos psicópatas se desencadena y no se detendrá ante nada.
Con una inteligencia feroz planean como venganza la muerte de los dos adolescentes junto con sus familias. Sin embargo, Connor y Niki no son como el resto de las víctimas de estos asesinos en serie. La pesadilla comienza y solo hay dos opciones: dejarse cazar o sobrevivir.
Billy Summers es un asesino a sueldo y el mejor en lo suyo, pero tiene una norma: solo acepta un encargo si su objetivo es realmente mala persona.
Ahora Billy quiere dejarlo, pero todavía le queda un último golpe. Y siendo uno de los mejores francotiradores del mundo, un veterano condecorado de la guerra de Irak, un auténtico Houdini cuando toca desaparecer después de finiquitar un trabajo, ¿qué podría salirle mal?
Un guionista en plena crisis creativa y conyugal acaba de llegar —acompañado de su mujer y de su hija— a una flamante casa de montaña. Es diciembre. El frío blancoazulado de los glaciares, los bosques ocultos por una espesa bruma, el fluir de un río y un profundo y silencioso valle prometen, al fin, un nuevo comienzo. Una nueva oportunidad para finalizar un guion que se le resiste y para intentar reconciliarse con su mujer.
Sin embargo, algo pasa en la casa. Poco a poco los contornos de la realidad comienzan a difuminarse y lo que parecía una escapada idílica se convierte en una inquietante espiral de comportamientos disfuncionales.
Deberías haberte ido es una lectura sobrecogedora. Un relato claustrofóbico donde la realidad se tiñe de surrealismo y el terror no se presenta con sobresaltos, sino como un siniestro sueño cuyas piezas no acaban de encajar.