En medio de la noche, alguien llama por teléfono a Daniel Quinn, un escritor de novelas policíacas que firma bajo pseudónimo y que, descorazonado, ha renunciado a su carrera como poeta. La voz al otro lado de la línea pregunta insistentemente por un investigador, un tal Paul Auster, y quiere encomendarle una misión. Como si se tratara del protagonista de una de sus novelas,Quinn decide dejarse llevar por la casualidad, y asumir la identidad de detective, como si te tratara del protagonista de una de sus novelas.Las pesquisas le llevarán hasta Stillman, un curioso personaje que requiere protección para salvar su propia vida. Para ello el detective se perderá en el laberinto de la realidad y de las calles de Nueva York.Con Ciudad de cristal, la inauguración de La trilogía de Nueva York, Paul Auster reinventó el género policiaco con una aventura quijotesca y un diálogo sobre la identidad y la realidad contemporáneos.
«Las voces bajas es la novela de la vida. Son las voces de los niños, las mujeres que hablan solas, los emigrantes, los muertos, los animales... Las voces de los que no quieren dominar y se alimentan de palabras y cuentos.»
Desde la primera página late algo singular en Las voces bajas. Escrita al modo de una autobiografía, todo parece verdad y todo, imaginación. Es el efecto de una novela de la memoria encendida. El libro arranca en una geografía real donde la mirada de la infancia va descubriendo, con una mezcla de miedo, estupor y maravilla, lo que de extraordinario hay en la existencia de la gente corriente.
«No sabemos bien lo que la literatura es, pero sí detectamos la boca de la literatura. Tiene la forma de un rumor. De un murmullo. Puede ser escandalosa, incontinente, enigmática, malhablada, balbuciente. Yo conocí muy pronto esa boca. En aquel momento era, ni más ni menos, la boca de mi madre hablando sola.
Todo es silencio relata cómo los círculos del crimen rodean y corrompen, no siempre con éxito, el extraño duende de la condición humana.
Cuando al hablar te juegas la vida, todo es silencio.
En Noitiá, en la costa atlántica, hubo un tiempo en que las redes del contrabando, reconvertidas al narcotráfico, alcanzaron tanta influencia que estuvieron muy cerca de controlarlo todo: el poder social, las instituciones, la vida de sus gentes.
Fins, Leda y Brinco exploran la costa a la búsqueda de lo que el mar arroja tras algún naufragio, el mar es para ellos un espacio de continuo descubrimiento. El destino de estos jóvenes estará marcado por la sombra odiosa y fascinante a un tiempo del omnipresente Mariscal, dueño de casi todo en Noitiá.
Manuel Rivas, con una prosa incisiva que tan pronto es mar en calma como embravecido, da forma a un universo fronterizo en el que los silencios van moldeando a cada uno de los protagonistas.
Un sueño recurrente y perturbador. Un misterioso camafeo y una mujer en busca de respuestas.
Un secreto silenciado durante años rompe el rumor de las olas
Adela Roldán, casada y con un hijo, lleva una apacible vida en familia salvo por una pesadilla recurrente que la perturba desde que era solo una niña. En ella ve cómo una joven es asesinada en presencia de su hija pequeña. Cuando despierta no recuerda nada más, hasta que una noche identifica el nombre del pueblo en el que ocurre todo: Vilar de Fontao, en Galicia. Decide viajar hasta allí y comprobar si la casa donde tiene lugar el horrible crimen existe. Lo que Adela desconoce es que, en realidad, emprenderá un viaje de más de cien años que la llevará desde un pazo en la Costa da Morte hasta la ciudad de Santiago de Compostela. Un viaje en el que perseguirá descubrir la verdad sin saber que se acerca a un secreto que unos intentan desvelar y que otros quieren preservar.
Haciendo gala de un estilo lleno de resonancias e imágenes evocadoras, Ángela Banzas construye con maestría una novela que conecta la historia de varias generaciones de mujeres que deberán sobreponerse a la adversidad, a la traición, al dolor y al miedo, sin dejar de luchar con pasión por aquello en lo que creen en unos tiempos marcados por el clasismo rural, el hambre y la guerra, los bandos, la desconfianza y la muerte.
«Aprende a amar tu destino. Cuando otros vean lluvia y la repudien, tú sonríe a la tierra agrietada y mortecina y espera la simiente que crecerá mañana. Sé paciente y perservera, pues en la oscuridad la luz brilla con más fuerza».
La inspectora de policía Leonore Asker es brillante, tenaz y posee una inteligencia fuera de lo común. Es la mejor candidata para dirigir el Departamento de Delitos Violentos, pero cuando la hija de una familia adinerada de Suecia desaparece, sus superiores la apartan del caso y la trasladan a la Unidad de Casos Perdidos, una sección de la policía formada por compañeros de dudosa reputación. Humillada, en su nuevo puesto Leo se verá envuelta en la que parece ser una investigación trivial. Sin embargo, cuando encuentran una figura en miniatura idéntica a la de la joven desaparecida en una gran maqueta ferroviaria, Asker comprende que se enfrenta a un asesino y que solo hay una persona que puede ayudarla a encontrarlo: su amigo de la infancia Martin Hill, profesor de arquitectura y experto en exploración urbana.
José María Fonollosa no es tanto un poeta marginado por la época como un poeta que decide marginarse de una época con la que no comulga. Cantó a las ciudades que lo conocieron, como si el enjambre de calles fuera el silencioso testigo de su paso por el mundo: Barcelona, La Habana, Nueva York. Y su canto no habla de la agustiniana ciudad de dios, sino del ser humano: del hombre que no encuentra su lugar en el mundo y menos entre otros hombres. Es, en definitiva, la suya una voz libre y cercana, un poeta que dice lo que piensa y que ofrece en sus versos un retrato acerado y valiente de las fobias, las ilusiones y los fracasos del hombre contemporáneo.
Detrás de las altas paredes perimetrales, más allá de los portones reforzados por barreras y flanqueados por garitas de vigilancia, se encuentra Altos de la Cascada. Afuera, la ruta, la barriada popular de Santa María de los Tigrecitos, la autopista, la ciudad, el resto del mundo.
En Altos de la Cascada viven familias que llevan un mismo estilo de vida y que quieren mantenerlo cueste lo que cueste. Allí, en el country, un grupo de amigos se reúne semanalmente lejos de las miradas de sus hijos, sus empleadas domésticas y sus esposas, quienes, excluidas del encuentro varonil, se autodenominan, bromeando, "las viudas de los jueves". Pero una noche la rutina se quiebra y ese hecho permite descubrir, en un país que se desmorona, el lado oscuro de una vida "perfecta".