La metamorfosis del sabueso. Ensayos personales y otros textos es una gran muestra de la calidad de Horacio Castellanos Moya como ensayista y de la sagacidad de su pensamiento crítico. Reúne notas personales, reflexiones, artículos, columnas y pequeños ensayos: piezas que, pivotando alrededor de los grandes temasque atraviesan la obra del autor, entrañan la confluencia del ensayo literario con la historia de violencia que ha marcado su vida.
Pero este libro es más que un tratado literario. Es un cuaderno personal en el que el autor despliega el mapa de voces literarias que han marcado su escritura y su trayectoria como lector. Dividido en tres partes, la primera, Breves palabras impúdicas, recoge las reflexiones del autor acerca de la violencia, la identidad y el contexto periférico de la literatura centroamericana; la segunda, La metamorfosis del sabueso, se centra en cavilaciones y reseñas sobre autores como Canetti, Kérstesz o Bolaño; y la tercera está dedicada a sus investigaciones sobre la obra de Kenzaburo Oé y su relación con la violencia. Es, en definitiva, un volumen que ilumina la obra narrativa de una de las grandes voces de la literatura centroamericana contemporánea.
Los sentimientos de odio y rencor de Doña Lena, esposa de don Erasmo Mira Brossa, abogado y presidente del Partido Nacional hondureño, y madre de una única hija, Teti, son tan poderosos como el fuego: si se alimenta acaba consumiéndolo todo hasta el desmoronamiento. Pero el fuerte temperamento de Doña Lena no podrá impedir que Teti se case con Clemente, un salvadoreño divorciado, veinte años mayor que ella y con el estigma de comunista. Los lazos rotos de la familia Mira Brossa ya son irreparables, y Teti, Clemente y el hijo de ambos, Eri, se ven forzados a irse de Honduras para instalarse en El Salvador.
Corre el año 1969 y la guerra entre Honduras y El Salvador amenaza con dinamitar los frágiles cimientos de la relación de doña Lena con su hija, quien, a pesar de las amenazas de su contrariada y atormentada madre, se niega a regresar a su país, ni siquiera tras la trágica y misteriosa muerte de su marido.
El carácter volcánico de la matriarca es el denominador común de la historia de esta familia hondureña, narrada con el habitual despliegue de estilo marca del autor, y un tono afilado, ácido, que sumerge al lector en la corriente de sentimientos encontrados en la que se debaten los protagonistas de esta novela.
A cinco mil kilómetros de su hogar, sola, en una oscura carretera de los Países Bajos, una mujer se asoma a una ventana iluminada. Dentro, dos niños juegan y ríen: son sus nietas, pero Yeona nunca las ha conocido. Hace años, su hija Lea abandonó Jerusalén para construirse una vida en otro lugar, sin decir una palabra, sin dar más noticias. Sin embargo, hubo un tiempo en que madre e hija eran inseparables, en que lo eran todo la una para la otra.
Con una exquisita precisión psicológica, Blum rastrea los pasos en falso insignificantes en apariencia y los engaños de la vida familiar, en la que es posible cruzar la línea entre la protección y la posesión sin que nos demos cuenta, y sin saber si podremos encontrar el camino de regreso.