Fern Brookbanks ha malgastado demasiados años pensando en Will Baxter. Pasó solo veinticuatro horas con el artista en un día fortuito de aventuras por Toronto. Se confiaron sus sueños y secretos y prometieron reencontrarse un año después. Fern acudió a la cita. Will, no. Ahora, ella vive en la casa de su niñez, regenta el resort de su madre en Muskoka, que está hecho un desastre, y necesita un salvavidas. Para su eterna sorpresa, su deseo se cumple cuando Will aparece, nueve años tarde, con una maleta y una oferta para ayudarla. Pero ¿cómo va a fiarse ella de ese hombre trajeado que se parece tan poco al que conoció? Will oculta algo, y Fern no está segura de querer saber qué. Sin embargo, hace años él la rescató. Y puede que haya llegado la hora de que ella le devuelva el favor.
El protagonista de la novela es un brillante profesor de matemáticas experto en nada que no hace nada. Eso lo convierte en el socio perfecto de un aspirante a villano Bond que quiere entrar en Fort Knox para robar, no los lingotes de oro, sino una caja de zapatos que no contiene nada. A través de la voz de este profesor asperger, Percival Everett vuelve a utilizar el absurdo para hacer una brillante crítica a los valores de la sociedad actual. Cualquier habitante de este mundo puede sentir desde la carcajada cómo nos encaminamos hacia un mundo sin sentido. La salvación está en lo cercano, en las relaciones auténticas, aunque sean disparatadas. Una lectura fácil escrita en un continuo diálogo inteligente, absurdo y mordaz.
Una historia repleta de acción, aventura y conspiraciones en torno a la figura histórica de Saladino.
Sarah Ludwig es una sofisticada ladrona de arte. Tras su último robo, un valioso Manet, contacta con ella el emir Jalid bin Ayub, un apasionado amante de los caballos que, conquistado por su talento, le pide ayuda para llevar a cabo un objetivo increíblemente ambicioso y arriesgado.
Para lograrlo, Jalid necesita emprender también una compleja excavación en una convulsa Siria y reunir el empeño de un hombre de ciencia, corto en escrúpulos y con escasos límites éticos a la hora de proceder. Solo así, el emir podrá hacer realidad una larga obsesión con la que pretende sorprender al mundo y reescribir el pasado: revivir a Shujae, la legendaria yegua del héroe musulmán más grande de la historia, Saladino.
¿Acaso son esas las únicas intenciones de Jalid o van mucho más allá? El éxito de su asombroso plan podría terminar siendo la pesadilla de muchos. Porque todo sueño también tiene su sombra.
Siempre supe que mi madre estaba loca. La novela más impactante de Hervé Le Tellier, autor de La anomalía.
Un destacado escritor francés se adentra en su propia historia en esta elocuente reflexión sobre las relaciones familiares disfuncionales.
Hervé Le Tellier no se consideraba a sí mismo como un niño infeliz. Y, sin embargo, entendió desde muy joven que algo andaba mal. Alcanzados los setenta años de edad y con la distancia emocional que facilita el paso del tiempo, Le Tellier se sintió capaz de escribir la historia de su familia.
Abandonado temprano por su padre y criado en parte por sus abuelos, se vio profundamente afectado por la relación con su madre, una mujer con problemas y con percepciones dañinas sobre el amor.
En este relato perspicaz y profundamente personal, Le Tellier intenta recordar tiempos difíciles sin ira ni arrepentimiento y, a veces, incluso con humor.
A veces, quien más te quiere es quién más daño te hace.
Lily no siempre lo ha tenido fácil. Por eso, su idílica relación con un magnífico neurocirujano llamado Ryle Kincaid, parece demasiado buena para ser verdad. Cuando Atlas, su primer amor, reaparece repentinamente y Ryle comienza a mostrar su verdadera cara, todo lo que Lily ha construido con él se ve amenazado.
Camilo Cienfuegos fue un carismático revolucionario que se hizo amigo de Fidel Castro cuando empezaron las protestas para derrocar la dictadura de Fulgencio Batista. Siempre fiel a los ideales de la Revolución, Cienfuegos luchó al lado de Fidel, Raúl y el Che Guevara, y llegó a ganarse la simpatía del pueblo cubano gracias a su humildad y franqueza.
Tras ganar varias batallas, la rivalidad entre Camilo y Fidel se fue acentuando y sus ideales se separaron. Las ideas pacifistas de Camilo le ganaron el afecto de la gente, pero la ambición de Castro por el poder absoluto y una secreta envidia de su fiel amigo lo borrarían de la historia.
Cuando, temeroso de los designios de los Castro, Camilo decidió irse al exilio, un trágico accidente lo hizo desaparecer del mapa. Algunos creen que el avión en el que viajaba de regreso a la Habana, después de atender los últimos encargos de Fidel, fue derribado por un misil. Lo cierto es que no quedaron rastros de él ni de los supuestos testigos del accidente. ¿Algún día se sabrá la verdad?
El eterno marido, publicada en 1870, es una novela que Dostoievski escribió entre El idiota y Los demonios, es decir, en su época de madurez creativa. Su protagonista, Alekséi Ivánovich Velchanínov, es un terrateniente cuarentón, hipocondríaco, torturado por recuerdos de actos deshonrosos que no especifica. Se encuentra en San Petersburgo para resolver un engorroso pleito sobre unas tierras y se siente acosado por la presencia de un caballero con un crespón de luto en el sombrero que se le aparece en las calles y en los sueños. Se trata en realidad de un antiguo amigo, Pável Pávlovich Trusotski, con cuya mujer tuvo una aventura hace nueve años.
LA ADAPTACIÓN DE UNA DE LAS NOVELASÁS FAMOSAS DE JANE AUSTENa muerte de Henry Dashwood deja a su esposa y a sus tresijas en una difícil posición económica. A pesar de que el hijoel difunto prometió cuidar de ellas y ayudarlas en lo posible,a convivencia se hace imposible y las Dashwood aceptan el generoso ofrecimiento de un primo lejano para vivir en la tran-uila campiña de Devonshire. Las hijas mayores, Elinor y Marianne, pronto se adaptan a suuevo hogar y traban amistad con sus vecinos, aunque Elinoro puede dejar de pensar en Edward Ferrars y Marianne se dejaautivar por el apuesto y encantador Willoughby...
En noviembre de 1914, tras el estallido de la Primera Guerra Mundial, Stefan Zweig anotó en sus Diarios: "He tenido que escribir a Romain Rolland, necesitaba desahogarme con un amigo. Aquí nadie me entiende: carecen de la voluntad firme de ser justos". Y precisamente ese elevado sentido de la justicia, así como su fervorosa defensa del pacifismo y de los ideales humanistas, unió al futuro Nobel francés con su más fiel discípulo austríaco. Ambos se pronunciaron públicamente contra la contienda, denunciando en sus cartas las noticias falsas, el odio entre naciones y el egoísmo de los que guardan silencio.