¿Qué harías si el chico con el que has compartido tus sueños y secretos desapareciera de repente sin dejar rastro?
Amy se enfrenta a sus peores miedos cuando el chico con el que ha mantenido una intensa relación a través de correos electrónicos desaparece. Decidida a no perderlo, emprende un viaje en el que encontrará respuestas que ni siquiera sabía que buscaba.
Mientras ella se acerca, él lucha contra sus propios demonios, atrapado en una vida que no ha elegido e incapaz de afrontar las consecuencias de sus actos.
El amor que los une se enfrenta a una dura prueba: ¿podrá sobrevivir al miedo, al pasado y a ellos mismos? ¿Serán capaces de estar ahí?
Una historia sobre secretos, sueños rotos y segundas oportunidades que te hará arder.
Fuyuko Irie es una correctora de pruebas freelance de treinta y tantos años. Vive sola y es incapaz de entablar relaciones significativas, por lo que apenas tiene contacto con nadie más que con Hijiri, su editora. Cuando ve su reflejo, se encuentra con una mujer cansada y sin espíritu que no ha sabido tomar las riendas de su propia vida. Su única fuente de consuelo: la luz. Cada Nochebuena, Fuyuko sale a vislumbrar las luces que llenan la noche de Tokio. Pero es un encuentro fortuito con un hombre llamado Mitsutsuka lo que despierta algo nuevo en ella. Y su vida empieza a cambiar.
Sin embargo, a medida que ese cambio —tan largamente postergado— comienza a suceder, dolorosos episodios del pasado de Fuyuko salen a la superficie, y su comportamiento empieza a desbordarse cada vez más.
Una novela aguda y lúcida, entretenida y conmovedora; hará reír al lector, también lo hará llorar, pero, como solo los mejores libros logran, le recordará que a veces el dolor vale la pena.
«Dos años de tareas dominicales que prueban mi nula disposición a santificar las fiestas... Al releer estos artículos seguidos, me parece que he opinado demasiado». Estas palabras sirven de introducción a un Javier Marías insólito, cotidiano, atento a lo que ocurre a su alrededor y que atraviesa todos los estados de ánimo imaginables: lo vemos evocativo e indignado, a menudo pertido y bromista, pero también atribulado por la saña española que aún tiñe nuestro tiempo; melancólico, risueño, grave, irónico, compasivo o desengañado, siempre logra contagiarnos y no nos deja indiferentes con su Mano de sombra.