En esta tercera entrega del quinteto narrativo integrado por novelas autónomas que abre A la sombra del granado y continúa El libro de Saladino, dedicado a novelar la historia del mundo musulmán en sus momentos más críticos de conflicto con Occidente, Tariq Ali pinta la irreversible decadencia del Imperio Otomano en los años previos a la Primera Guerra Mundial. Recuperando el estilo más intimista empleado en la novela dedicada a la caída de Granada, Ali refleja en La Mujer de Piedra los anhelos, pasiones y conflictos que bullen en el seno de la aristocrática e influyente familia de Iskander Bajá, que, tras cinco siglos al servicio del Imperio, comienza a mostrar claros signos de declive y resquebrajamiento, en simbólico reflejo de la agonía de un gigante víctima tanto del acoso de las grandes potencias occidentales como de su propio debilitamiento interno.
Auschwitz ha sido el alfa y el omega de la obra de Primo Levi. El alfa, en 1947, con Si esto es un hombre; el omega, cuarenta años después, con su último libro, Los hundidos y los salvados. Pero, entre estas dos piedras angulares de la literatura sobre la Shoah, Levi no ha dejado nunca de contar el Lager y de indagar, a través de sus narraciones, acerca de la terrorífica naturaleza de ese lugar. Este libro nos ofrece diez relatos enmarcados por dos poemas: doce reflexiones, inesperadas y apasionadas, sobre la mayor tragedia colectiva del siglo XX. Bajo la égida de un título paradójico pero concebido por el mismo autor, «la ciudad tranquila» del campo de concentración se convierte aquí en el objeto de miradas e interpretaciones de lo más dispares: la fantástica, por ejemplo, en el tríptico de relatos distópicos constituido por Mariposa angelical, Versamina y La bella durmiente en la nevera; o, por supuesto, la autobiográfica, con textos como Cerio o Vanadio, en el que Levi habla del reencuentro, veinte años después, con uno de sus carceleros.
En Seúl, una mujer asiste a clases de griego antiguo. Su profesor le pide que lea en voz alta pero ella permanece en silencio; ha perdido la capacidad del lenguaje, así como a su madre y la custodia de un hijo de ocho años. Su única esperanza de recuperar el habla es mediante el aprendizaje de una lengua muerta.
El profesor, que acaba de regresar a Corea después de pasar media vida en Alemania, se encuentra dividido entre dos culturas y dos lenguas.También él afronta pérdidas: su vista empeora irreversiblemente a cada día que pasa, y convive con el miedo de saber que, cuando llegue la ceguera total, perderá toda autonomía.
Con una belleza inusitada, las voces íntimas de estos dos protagonistas se intercalan y se cruzan en un momento de desesperación. ¿Será posible que encuentren en el otro el modo de salvarse, que la oscuridad dé paso a la luz y el silencio a la palabra?
En un mundo saturado de discursos, donde los límites de lo virtual no son precisos, cunde la sensación de que la realidad se nos escapa, nos falta, y los días parecen discurrir en el seno de su carencia: el deseo de realidad es energía que aspira a poner la vida en tensión. Este volumen, Deseo de realidad, que reúne la obra poética de Miguel Casado desde 1986, recoge un proceso guiado por ese impulso, y también por un sentimiento de la lengua que trata de alcanzar —en un ver que es a la vez un pensar—lo concreto, lo particular, lo que está ahí. Los poemas de Miguel Casado fluyen como una conversación solitaria, persiguiendo en ese trance un sentido nuevo tan personal como político, un núcleo existencial. La palabra directa, las formas abiertas, el verso libre y el diverso montaje de cada uno de los libros (de la secuencia narrativa a la exploración del azar, del monólogo digresivo al mosaico sin estructura) componen, siempre en movimiento, una voz poética singular. Trazada con lentitud, al ritmo de su lógica interna, la poesía de Miguel Casado ofrece un mundo inconfundible, de una escritura firme y sin concesiones.
Extraña y remota hasta para los propios australianos, Kimberley es una región imponente por su salvaje naturaleza, y también una geografía radical que convoca azar, peligro o asombro; un escenario distópico para la saga Mad Max filmada en sus paisajes. Nos dice su autor que atravesarla ha de parecerse a la extraordinaria experiencia que hubieron de tener los seres humanos cada vez que, hace miles de años, daban sus primeros pasos en lo que fue la expansión migratoria de África. También es un territorio espiritual, sobrenatural. En él los antepasados de su población aborigen crearon un sofisticado universo simbólico para interpretar su mundo. El Ensueño habla de seres míticos que, con sus actos, sus canciones y su deambular esencial crearon vida en la tierra. Huellas y marcas que aún son visibles para ellos y que los europeos llamaron Huellas del Ensueño o Trazos de la canción, como hizo Bruce Chatwin; mientras que sus habitantes lo denominan Pisadas de los antepasados o Camino de la Ley. Este Far West australiano es geografía con memoria, un holograma de lo que la Tierra puede expresar.
Vaso Roto mira a Italia para ampliar su serie de antologías de poesía contemporánea escrita por mujeres: las Sombras. Esta nueva antología, la novena del proyecto Sombras, es una muestra de la vitalidad y la riqueza de la poesía italiana contemporánea. Una poesía que da voz al silencio, a los vacíos, a los márgenes: que no tiene certezas sino destellos, y utiliza tanto el idioma nacional como los dialectos o hablas regionales , tan poco conocidos fuera de Italia, pero tan relevantes para lograr un cuadro menos aproximativo de la cultura de este país, hecho de tantos otros.