Hyakunin Isshu es el nombre que comúnmente recibe una antología poética japonesa en la que se recogen cien poemas de cien poetas diferentes, seleccionados y ordenados de acuerdo con el criterio de su autor. Han surgido muchas obras de este tipo en distintas épocas, pero la más antigua y famosa de todas es la presente, traducida aquí al castellano y en versión bilingüe: Ogura Hyakunin Isshu, de Fujiwara no Sadaie (Kioto, 1162-1241). Compuesta por encargo del tutor legal de su hijo con el fin de decorar las puertas correderas de su residencia en el monte Ogura, este erudito se atribuiría gracias a ella uno de los mayores clásicos de la poesía de Japón, y la más fiel representación de la cultura del buen gusto del siglo XIII, siguiendo una cronología de casi seiscientos años de historia, hasta alcanzar su propio período, en el que participa incluyendo su poema en la colección. Hombres y mujeres de todos los estratos sociales, desde emperadores, hasta damas de la corte y monjes, conviven en este entramado rico y variado, cantando a coro como « los inmortales de la poesía waka»; tejiendo un tapiz de las cuatro estaciones, del amor, del desamor, de los viajes, y de otros quehaceres; marcando un ritmo magistral y memorable, fruto del inestimable intento de lograr por aquel entonces que cien melodías sonasen como una.
Con este libro, Gabriel García Márquez se descubrió a sí mismo como un narrador. Sin embargo, la intención primera era escribir un reportaje sobre un hombre, Luis Alejandro Velasco, que estuvo diez días a la deriva en una balsa mecida por el mar Caribe. El futuro Nobel de Literatura y entonces joven reportero que era García Márquez escuchó el relato de los hechos de boca de su protagonista y los transformó, tal vez sin pretenderlo, en un prodigioso ejercicio literario, una narración escueta y vigorosa donde late el pulso de un gran escritor. La publicación por entregas del reportaje en El Espectador de Bogotá supuso un alboroto político considerable -se revelaba la existencia de contrabando ilegal en un buque de la Armada colombiana, lo que costó la vida de siete marineros y el naufragio, más afortunado, de Velasco- y el exilio para su autor.
¿Adónde huirías si tu ruptura se convirtiera en un fenómeno viral de TikTok?
Rocío Velasco es escritora de novela romántica.
Rocío tiene veintiséis años, es tauro y ama ver las puestas de sol frente al mar.
Rocío escribe historias de amor con finales felices, porque eso es lo que busca y eso es lo que quiere.
Sin embargo, a Rocío le han roto el corazón y su ruptura se ha hecho viral.
Y no puede soportarlo.
Por eso decide marcharse de Madrid. Lo que nunca imaginaba es todo lo que supondría este nuevo comienzo.
Un hombre sale de un supermercado chino cargado de baratijas que el cajero le ha endilgado al carecer de cambio. Unas pilas AAA, un ojo de goma con luz, una hebilla dorada, una minúscula cámara fotográfica, una cucharitalupa… La aventura más inesperada lo aguarda a la vuelta de la esquina, y en forma episódica, estos objetos aparentemente inútiles articularán una trama delirante en la que aparecen extraterrestres idénticos a los seres humanos, sistemas de tráfico de información entre planetas también idénticos, una misteriosa nostalgia alienígena ante mundos indistinguibles y una máquina capaz de multiplicar los mundos.
Terrestre bien podría ser definido como un libro de palabras en completa libertad. Imaginativo, con estructuras narrativas audaces, Cristina Rivera Garza escribe aquí sobre trayectos terrestres que nos llevan a distintos lugares de México y el mundo, y a distintos destinos del cuerpo. A pie, en bus o en tren, las jóvenes protagonistas de estas historias avanzan acompasadas por rutas ignotas, inventando para sí nuevos modos de ocupar los espacios negados y en disputa.
El pasado nunca muere, solo cambia de rostro.
Un thriller psicológico donde los secretos familiares y el miedo dictan el destino de sus personajes.
Como cada sábado, desde que decidió que su trabajo de fin de grado en Criminología versaría sobre la hibristofilia, esa rara patología que designa la atracción por criminales violentos, Olivia visita en la Prisión de Soto del Real a Pedro Díaz, autor de los asesinatos de tres jóvenes el día que cumplían la mayoría de edad. El mismo sábado que Pedro confiesa a Olivia que había perpetrado otros crímenes anteriores, Inés, la mujer de Pedro y madre de sus dos hijos, Alicia y Adrián, aparece asesinada en su casa. Los inspectores de Homicidios Virginia Lambert y Román Presedo serán los encargados de investigar un crimen que se complicará con el secuestro de Alicia, precisamente el día de su decimoctavo cumpleaños. Ambos sucesos tienen el inconfundible olor de la venganza.