Prohibida en distintos países tras su publicación, Agosto es un mes diabólico es el hirviente relato de una mujer que se redescubrirá durante un viaje a la Riviera Francesa. Ellen vive en una ciudad que le disgusta, un lugar que niega su pasado y no ofrece ninguna esperanza para su futuro. Separada y con un hijo, está determinada a cambiar su vida. Por ello, abandona Londres en busca de sol y compañía, pero el camino no resultará fácil. Al recibir de pronto una noticia desgarradora, descubre que hay una fina línea entre la independencia y la soledad. Una novela de «fulgurante energía» (Colm Tóibín) que confirmó a Edna O’Brien como «una revolución en la escritura irlandesa» (John Banville).
Dimitrios Makropulos, el delincuente taimado, el ladrón más escurridizo, el despiadado asesino al que nunca se ha logrado hacer comparecer ante la justicia… Dimitrios puede ser todo eso y algo más, pero en realidad no es demasiado lo que sabe sobre él. Aun así, cuando su cadáver aparece asesinado y flotando en las aguas del Bósforo, la policía y quienes tienen asuntos pendientes con él creen que su historia criminal ha concluido. Sin embargo, el escritor de novelas policíacas Charles Latimer, enfrentado por azar al enigma, no será capaz de olvidar el asunto. Y su pesquisa lo llevará a indagar en el oscuro pasado del hombre misterioso al que todos odiaban, en un laberinto de espionaje, droga y muerte donde su propia vida se verá en peligro. Publicada en 1939 y llevada al cine en 1944 en una soberbia adaptación de Jean Negulesco, La máscara de Dimitrios es una novela de crimen y espionaje en el más perfecto significado del término. Situada en la turbia Europa Oriental de entreguerras, Eric Ambler nos ofrece una obra maestra que ha entusiasmado a lectores como John Le Carré, Hitchcook, Graham Greene e Ian Fleming. "Tienen mi palabra de honor: el mundo resultante de ambas (novela y película), la historia de sus personajes, las sucesivas máscaras de Dimitrios Makorpoulos, no se borrarán nunca de su memoria" Arturo Pérez-Reverte
Las fantasías y los anhelos se convierten en su nueva rutina, pero Lily teme que Loren Hale, mientras se recupera de su alcoholismo, acabe viéndola como lo que es: un monstruo. Al fin y al cabo, cuanto más tiempo le es fiel, más control ejerce su adicción sobre su vida.
La relación disfuncional entre Lo y Lily está en la cuerda floja y, además, ahora que están a kilómetros de distancia, se verán obligados a encontrar alguna forma de reconectar. No poder tocarse se convierte en una de las pruebas más difíciles a las que deberán enfrentarse en su camino hacia la recuperación.
Hay amores que no pasan de la superficie, pero hay otros mucho más profundos que la piel. Lily y Lo tienen tres meses para descubrir qué clase de amor es el suyo.
La narradora de esta novela estudia para consolidar su futuro profesional. Ha conseguido un puesto de interina en una oficina administrativa, y afrontar una oposición parece ser el paso lógico en su carrera. Sin embargo, otro tipo de oposición, la interna, basada en su observación del día a día funcionarial, hace que no lo tenga nada claro. El edificio donde ha sido destinada, tan gigantesco como hermético, es un lugar de jerarquías incomprensibles, que la expulsa al mismo tiempo que la absorbe. Como nadie le explica sus funciones, se ve forzada a improvisar, disimular por vergüenza y registrar su malestar con dibujos y poemas tan desplazados de la realidad como el trabajo mismo. Los funcionarios que la rodean, cada uno con sus particularidades y conflictos, han desarrollado los tics y las manías propios de las rutinas laborales y la obediencia acrítica.
Hace años que Elisa está apagada. Tras una terrible pérdida que la llevó a separarse de Mario, a quien consideraba el amor de su vida, se ha hundido en la inercia de la rutina y ya no se reconoce a sí misma.
Cuando le ofrecen el trabajo de sus sueños en un pueblecito de Finlandia, la chispa vuelve a prender en su interior y no duda en abandonar Tenerife para lanzarse a la aventura.
Sin embargo, antes tendrá que sobrevivir a la boda de su mejor amigo en un idílico rincón de las islas donde todo parece posible, incluso que los rescoldos de su antigua relación se aviven una vez más. Elisa y Mario se reencuentran con estrépito al tiempo que el destino se frota las manos para desbaratar de nuevo sus planes.
Una amenaza sobrevuela París. Una figura sombría, espectral, capaz de cometer las peores villanías que se puedan imaginar. Un hombre sin identidad, con la pericia de convertirse en cualquiera; un maestro del disfraz, del robo, del secuestro, del chantaje, de la suplantación de identidades y del asesinato. Fantomas es, probablemente, el primer «supervillano» de la historia tal y como conocemos actualmente la denominación, el que siguió la estela de Arséne Lupin (creado por Maurice Leblanc seis años antes) pero llevándolo más lejos. Porque, aun siguiendo la estela de Arséne Lupin, desde el momento de su publicación, en febrero de 1911, Fantomas (y las treinta y una novelas en torno al personaje que rápidamente aparecieron) se convirtió en un fenómeno de masas, cuya popularidad trascendió todos los estratos sociales y culturales.