El 8 de enero de 1982, la escultora colombiana Feliza Bursztyn murió en un restaurante de París. Tenía cuarenta y ocho años. En el momento de su muerte repentina la acompañaban su marido y cuatro amigos. Uno de ellos, el escritor Gabriel García Márquez, publicó días después un artículo que incluía tres palabras en apariencia simples, pero misteriosas en el fondo: «Murió de tristeza».
Juan Gabriel Vásquez parte de esas palabras para investigar en la vida secreta o desconocida de una mujer extraordinaria. Feliza Bursztyn se enfrentó siempre a la sociedad en la que le tocó vivir. Hija de una pareja de judíos expatriados en Colombia, artista revolucionaria en un tiempo de revoluciones políticas, mujer de espíritu libre en un mundo que desconfiaba de la libertad de las mujeres, llevó una existencia que puso en escena las grandes tensiones del siglo XX y, sobre todo, el deseo de ser dueña de sí misma.
En Los nombres de Feliza el autor funde con maestría la autobiografía, la realidad y la imaginación para entregar al lector una ficción asombrosa y desgarradora sobre cómo la vida íntima de un ser humano se ve inevitablemente arrollada por las fuerzas de la historia y la política.
Seis mujeres, vecinas de un mismo bloque, están a la espera de algo. Cada una aguarda cosas distintas, pero para todas se trata de una espera relacionada con lo sentimental. En el 1.° B vive desde hace dos semanas Amelia, una periodista de veintinueve años con trabajo y pareja. Su vida da un giro radical cuando la despiden y su novio decide irse a trabajar una temporada a Washington. En plena crisis vital, Amelia conoce a sus nuevas vecinas. Juntas ponen en marcha una tertulia de radio en la azotea del edificio para contarse su día a día al tiempo que intentan ayudar a Agustina, la mayor de todas ellas, a recuperar su casa de toda la vida.
La novela narra la historia de Tita de la Garza a manera de recetario, donde cada capítulo es una receta que relata las aventuras de la protagonista en una casa donde la tradición la obliga a quedarse a cuidar a su madre, y por lo tanto, sin poderse casar nunca.
Tita, excelente cocinera, expresa su enojo y rebeldía a través de sus recetas, creando situaciones extraordinarias que involucrarán también a los demás miembros de su familia. Al final, todos estos acontecimientos provocarán que se enciendan «todos los cerillos que llevamos en nuestro interior de un solo golpe».
Eliza necesita dejar al enamoradizo de su padre en un hogar de ancianos y este se niega. Ambos toman entonces un tren al sur en busca de una media hermana escurridiza y del sueño del padre de pacificar a su desunida familia. En su peregrinar se encuentran con un grupo que viaja en la misma dirección a recuperar sus tierras ancestrales. Pronto se darán cuenta de que el pasado los une. Padre e hija se suman a esta alucinante misión, llena de personajes y situaciones inolvidables, que los llevará al límite de los deseos y las pasiones humanas.
La Caldini es acusada por su marido de abandonar el hogar en común. Durante el juicio se involucra con una abogada y un ex preso político que la llevan de regreso a sus años de juventud, al barrio El Salto y a una lucha contra la dictadura que le parece muy distante, como si la joven de entonces no fuese ella.
Cargada de humor negro, con personajes y episodios carnavalescos, El futuro es un lugar extraño propone una desopilante vuelta a un Chile de los años ochenta que no huele a souvenir. Una delicada puesta en escena narrativa permite a la autora relatar la experiencia quebrada y fantasmal de una mujer congelada entre sus sueños políticos de juventud y el sofocante presente.
Es muy temprano. La luz del alba trata de abrirse paso en el muro de niebla. A pie del monte, seis cazadores hacen los preparativos para la batida. Los une una mezcla de amistad, ansias de poder, conexiones profesionales e intereses económicos. Su objetivo: un jabalí, el Solitario, que arrastra una leyenda de criminal. Dombodán, el más joven de la cuadrilla un personaje especial, desquiciado y lúcido a la vez , narra, según se suceden, los episodios de una jornada que se va cargando poco a poco de tensión, violencia y frustración. Y a medida que habla, el joven desvela el abuso y la depredación social y natural que lleva imperando desde hace años en Tras do Ceo. En realidad, el mismo mundo en el que vivimos todos.