Lola Mascarell regresa a los lugares de siempre con una mirada nueva.
«Lola Mascarell es una poeta excelente. Porque se oculta, porque convierte la propia voz en atril donde susurrar el paso del tiempo, el significado de los gestos, los lugares pequeños donde la epifanía elige mostrarse. Hay en su poesía aroma de bien.» Víctor Herrero
«Lola Mascarell es autora de tres libros que se incorporan a lo mejor de la mejor vertiente de la poesía de su tierra, esa que precisamente celebra la luz (y todo lo que ésta implica), la que es consciente de estar habitando el paraíso.» Juan Marqués
Tras perder a su marido y descubrir un doloroso secreto, Isabelle decide mudarse a París, la ciudad que adora desde que era niña. Lo hace justo antes de cumplir cuarenta años con la esperanza de empezar allí una nueva vida.
Se instala en un piso cerca de su mejor amiga y comienza a trabajar en una preciosa librería inglesa frente al Jardín de Luxemburgo. Envuelta en la atmósfera parisina, Isabelle volverá a ilusionarse y a soñar. También viajará a Londres, donde encontrará no solo nuevas alegrías, sino el camino hacia un nuevo amor.
Entre libros y canciones, y animada por el cariño de sus queridas amigas Marta y Léa y del divertido Thomas, Isabelle descubrirá que hay muchos tipos de relaciones y que allí donde surge el enamoramiento verdadero sobran los prejuicios. Porque el amor real nunca es perfecto.
Argel, 1956. Fernand Iveton, un joven obrero comunista de treinta años, decide mostrar su apoyo a la causa independentista del FLN contra Francia colocando una bomba. La peculiaridad de Iveton es que es un pied noir, es decir, un francés blanco nacido en Argelia, y ese colectivo estaba entonces masivamente al lado del gobierno colonial.
La bomba, estratégicamente dispuesta en un lugar donde no pueda provocar heridos ni víctimas, es desactivada antes de que estalle, y el activista acaba detenido. Es interrogado, torturado y condenado a muerte. Sus abogados piden clemencia a las más altas instancias, entre otros al ministro de Justicia de entonces, que es el futuro presidente François Mitterrand. Pero el perdón no llega, e Iveton se convertirá en el único pied noir ejecutado por el gobierno francés durante la larga guerra de Argelia.
En su momento, el caso sacudió a la opinión pública: ¿era Iveton un héroe o un terrorista? ¿Un idealista o un criminal? ¿Un adalid de la libertad frente al colonialismo o un traidor a su país? El libro reconstruye con los instrumentos de la narración novelística la historia real del protagonista: el atentado fallido, la detención, el proceso, pero también la infancia de Iveton, la relación con su amada Hélène, sus ideales de justicia social… La literatura repara una injusticia. La literatura rescata del olvido a un ser humano cuyo nombre se diluyó entre las muchas víctimas de una sangrienta guerra.
Habitamos un tiempo crepuscular: crisis económicas, guerras, pandemias, malestar cultural... Asistimos al auge de discursos políticos asentados sobre la melancolía y la nostalgia de un pasado que fue mejor, incapaces de efectuar una interpretación con sentido del propio presente. Un futuro cancelado y un pasado que echamos de menos. En todos ellos se observa un repliegue de impotencia reaccionaria, agravio y resentimiento. Y, por encima de todo, una necesidad punzante: volver a casa.
Hoy, se da una respuesta melancólica a ese malestar que recorre la derecha y la izquierda. En El tiempo perdido, con la ayuda de Proust y algunos filósofos y filósofas, Clara Ramas nos propone una salida diferente. El melancólico se aferra al objeto amado y quiere volver a una Edad Dorada ―la patria, el orden, los roles de género y de clase, la vida mejor de nuestros padres, la Transición, la Tradición―. Pero el retorno es imposible para nosotros, seres finitos, hablantes y modernos. Estamos siempre de camino, pero nunca del todo en casa. Pese a todo, quizás existe una milagrosa posibilidad de «recobrar el tiempo», pero ciertamente no será la que prometen los nuevos melancólicos y las fuerzas reaccionarias.
Daisy Patel es una ingeniera de software que entiende las listas y la lógica mejor que cualquier jefe o novio. Con toda su vida planeada y sin ningún interés en el amor, lo único que no puede ofrecerle a su familia es el matrimonio que todos esperan. Al no tener demasiadas opciones, le pide al chico del que estaba enamorada en su juventud que finja ser su prometido.
Liam Murphy es un inversor que tiene algo que demostrar. Cuando se entera de que su herencia depende de que se case, se da cuenta de que la hermana menor de su mejor amigo tiene la solución perfecta a su problema. Un matrimonio de conveniencia haría que Daisy se quitase de encima a sus parientes casamenteros y que Liam cumpliera las condiciones del testamento de su difunto abuelo. Ojalá no le hubiera roto el corazón nueve años atrás…
Pero las chispas entre Daisy y Liam saltan tras una serie de citas para legitimar su relación falsa… Y se dan cuenta demasiado tarde de que su acuerdo no es muy conveniente que digamos. Está más que claro que la historia y la química no van a seguir las reglas de este compromiso.
Una historia cautivadora sobre complicidad, deseo y corrupción de la autora best seller de El encuadernador... Una novela en la que perderse.
HENRY SUEÑA CON EL SILENCIO.
Con un mundo sin el traqueteo de los carruajes en las calles adoquinadas, sin los gritos distantes de las peleas de borrachos, sin el incesante tictac del reloj. Entonces conoce a un misterioso y fascinante caballero que vende justo eso: una valiosa seda capaz de ahogar el clamor del mundo... y todo aquello de lo que Henry está desesperado por escapar.
Cuando solicitan su presencia en la aislada fábrica del señor Edward para que intente curar la sordera de su pequeña hija, Henry se ve arrastrado a los profundos orígenes de este obsequio sobrenatural, que ha viajado desde la antigua floresta mediterránea a las bibliotecas inglesas. Ignorando las repetidas advertencias de la reservada institutriz de la niña, se permite caer en el embrujo del señor Edward y de su seda. Pero cuando descubra cuál es su verdadero coste, ¿será demasiado tarde para dar marcha atrás?