Un alegato en favor de la vida y el amor en un tiempo de ira y de destrucción.
Invierno de 1808-1809. El ejército británico al mando de sir John Moore es enviado a ayudar a la causa española durante la Guerra de la Independencia, pero al poco tiempo se verá obligado a replegarse a la ciudad de A Coruña perseguido por las fuerzas de Napoleón.
La irlandesa Catherine Gallagher, esposa de un soldado de infantería, nos cuenta desde dentro cómo fue el día a día de esa trágica retirada por tierras de Zamora, León y Galicia en un invierno especialmente duro e inclemente.
Basada en unos hechos históricos que conmovieron a la opinión pública de la época, esta novela da voz a las grandes olvidadas de entonces, aquellas mujeres que acompañaban, a veces con sus hijos, a las tropas británicas en campaña.
Una historia conmovedora llena de emoción, tenacidad y heroísmo, protagonizada por una mujer singular envuelta en unas circunstancias extraordinarias.
ESTA NOVELA ES MEJOR NO LEERLA EN PÚBLICO
¿Estás preparado para jugar con fuego? La novela más explosiva de Íñigo Aguas
Nate tiene dos problemas.
Uno de ellos se llama Marc. Su compañero de teatro y del que depende su futuro como actor. Se llevan fatal, pero no pueden dejar de mirarse.
El otro se llama Liam. Su mejor amigo desde la infancia, el chico más popular del instituto. Pero lo que antes parecía amistad, comienza a convertirse en algo más peligroso.
¿Qué haces cuando la única forma de descubrir el amor es jugar con fuego?
LA NOVELA MÁS COMPLETA DE IÑIGO AGUAS: ESCENAS +18, TRIÁNGULO AMOROSO Y MUY, MUY ADICTIVA.
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LOS CHICOS QUE JUGABAN CON FUEGO ES EL ESPERADO REGRESO DE IÑIGO AGUAS.
En esta novela hay un viejo quiosquero llamado Borges que elucubra sobre la existencia de Dios y tiene extrañas visiones. En una de esas visiones entrevé a una banda de polacos, siete en concreto —acaso como los siete locos de Roberto Arlt—, que son polacos no porque hayan nacido en ese país, sino porque son rubios y de piel blanca en un país de gente de tez morena.
Los siete polacos son siete chavales que, espoleados por la Yesi —la Polaca llamada también la Colorada porque no es rubia, sino pelirroja y la más blanca de todos—, deciden encontrar un objetivo en la vida: hacer el bien, ayudar al prójimo. Acuden entonces a la iglesia del pueblo y convencen al sacerdote —y este al obispo— para que los apoyen en su misión, y empiezan a ser conocidos como los Wojtyla. Pero este cometido, maquinado por la Yesi, oculta un plan secreto y maquiavélico que pretende vengar el motivo que originó el color de su piel y su condición de polaca.
En 1970, Jim Harrison tiene la edad con la que murió Cristo y lleva encima la cruz del alcoholismo y la depresión. Primero perdió un ojo y luego a su hermana del alma y a su padre, arrollados por un conductor borracho. Está cansado de ganarse el pan dando clases de Literatura a chavales pijos de la Costa Este, de modo que lee a Lorca y a Rimbaud como si la vida se le fuera en cada verso y sale a pescar a lugares remotos como si así pudiera alejarse de sí mismo. Hasta que un día tiene un accidente en la montaña: cae por un acantilado y se destroza la columna vertebral. Deberá guardar cama durante meses y no está claro que vuelva a caminar. Podría ser el final.
O el principio. Harrison pasó los dos meses siguientes postrado y escribiendo día y noche en la vieja Remington de su padre. El resultado fue «Lobo», una novela arrolladora, furiosa y bellísima, por momentos brutal, y lúcida en cada línea. En palabras del propio Harrison, «Lobo» (subtitulada «Unas memorias falsas») «es la historia de un hombre joven que ha hecho demasiadas imbecilidades en su vida y se retira a los bosques para encontrarse a sí mismo y, sobre todo, para encontrar un lobo». En ella descubrimos los grandes temas del mejor Harrison: la celebración de la naturaleza y la crítica a la degradación del mundo salvaje bajo el imperio del capital, los personajes heridos de muerte por la soledad, eternos vagabundos y marginales, desencantados con el progreso de una civilización ciega y enfebrecida, que buscan en el whisky, la marihuana y el sexo al menos un instante de sosiego. Pero lejos de idealizar esa naturaleza en la que parece refugiarse, Harrison hace brotar de sus profundidades toda la violencia y el miedo que alberga su alma. Un lobo siempre será un lobo.
Los Ángeles, 1981. A sus diecisiete años, Bret está a punto de empezar su último curso de secundaria en Buckley junto a su exclusivo y sofisticado grupo de amigos: Thom, Susan y Debbie, novia de Bret, experimentan con el sexo, el alcohol y las drogas mientras aprovechan los últimos días de verano. Pero este sueño paradisiaco se desmorona con la llegada de un nuevo alumno: Robert Mallory es brillante, guapo y carismático, pero algo en él no encaja, y nadie más que Bret parece darse cuenta de que ese algo podría estar relacionado con la aparición del Arrastrero, un asesino en serie que amenaza a los adolescentes de la ciudad y a sus mascotas.
El autor de American Psycho y Menos que cero nos brinda un emocionante y provocador viaje a su yo adolescente, un viaje cargado de un insaciable deseo sexual y de celos, obsesión y rabia asesina. Los destrozos es una absorbente historia sobre la pérdida de la inocencia y el complicado paso a la vida adulta, y también un vívido y nostálgico retrato de la década de los ochenta.
Emma Rouault es una joven de origen campesino y huérfana de madre que contrae matrimonio con el médico Charles Bovary. El afán por ser la protagonista de una vida romántica presidida por el amor, ambición que su marido no puede satisfacer, será la perdición de la ingenua muchacha, que buscará por todos los medios, con aventuras y con amantes, escapar al tedio, la monotonía y la exasperación que se han apoderado de su vida. La presente edición, en reciente traducción de Mauro Armiño, incluye los fragmentos, descubiertos entre los manuscritos de Flaubert, que el autor decidió a última hora no incluir en la novela.