Jana, una azafata de sonrisa perenne, no se ha quedado corta en asegurar que, si alguna vez se cruza con Ulises González, el actor de películas románticas más famoso del país, le pedirá matrimonio.
Así que cuando su compañera de vuelo le revela que su amor platónico está nada más ni nada menos que en el avión, no le queda otra que aceptar su apuesta y cumplir su palabra.
Siempre se ha dicho que hay que tener cuidado con lo que deseas porque puede volverse realidad.
Pero lo que ella no sabe es que el actor viene de la enésima reunión con su representante, que no deja de insistirle en que debe darle algo de «salseo» a la prensa y echarse una novia..., aunque sea falsa.
En su columna semanal en el diario "Heraldo de Aragón", Irene Vallejo ofrece una original muestra de este género periodístico mediante la cual ilumina el fragor cotidiano y la trepidante complejidad del presente con la luz de los clásicos de la tradición europea y, sobre todo, de la antigüedad grecolatina. Como indica el título de esta recopilación de sus columnas, alguien habló de nosotros hace decenas, centenares de años, milenios, y la autora nos enseña que todavía es posible dialogar con el pasado y encontrar apoyo en este rico sedimento de historia, pensamiento y cultura, acumulado durante siglos. Ahora que el estudio de las humanidades está quedando orillado en los planes educativos, resulta más necesario que nunca dejar constancia de que ya Safo, Platón o Spinoza reflexionaron sobre los temas que nos preocupan. En una época dominada por los titulares instantáneos, el vértigo y la prisa, este libro nos habla con la lúcida lentitud de la distancia y el tiempo reposado. Asomándose al pasado, Irene Vallejo proyecta una nueva mirada sobre este mundo cada vez más incierto, confuso y laberíntico, y lo hace con voz precisa y lírica, que tiene la rara cualidad de dirigirse directamente a la experiencia e intimidad de cada lector.
Sea Harbor es un apacible pueblo pesquero situado en la costa de Massachusetts. Como todo los jueves, Nell, Birdie y Cass se reúnen para tejer en el Estudio de Punto del Seaside regentado por Izzy Chambers, pero ese día los ruidos procedentes del piso de arriba no les dejan concentrarse en la labor. Al día siguiente, el cuerpo sin vida de Angie, la vecina, aparece atrapado en una trampa para langostas. La noticia impacta tanto al grupo de tejedoras que se ven enredadas en una investigación para desenmarañar la verdad y poner punto final al misterio.
Sophie Winston se enfrenta a todo un reto: organizar la boda de su hermana. Hannah es lo que en Estados Unidos se conoce como una Bridezilla, una novia perfeccionista que no va a permitir que nada ni nadie enturbie el día más feliz de su vida: ni su novio, Craig Beacham, que no le cae bien a nadie y es un auténtico impresentable, ni la sucesión de asesinatos e incidentes que comienzan a pro-ducirse desde que una desconocida aparece ahorcada en la pérgola instalada en el jardín para la ocasión. ¿Estará el asesino sentado del lado del novio o de la novia? ¿O estará de pie en el altar? Sophie debe resolver el asesinato a tiempo para evitar que su hermana cometa el mayor (y tal vez el útlimo) error de su vida.
Nora Pennington sabe que un buen libro puede ser el mejor remedio frente a cualquier problema, pero cuando una tarde descubre a una misteriosa joven escondida entre las estanterías de su librería no duda en acogerla y, junto a las demás integrantes del Club Secreto de la Lectura y la Merienda, ayudarla a pasar página. Cuando poco después aparece muerta otra clienta de la librería todo se complica aún más. A pesar de que se descubre una nota de suicidio, las intrépidas amigas del club de lectura deciden ayudar al sheriff novato a detener a un asesino que confirmará que los monstruos y los secretos no solo habitan entre las páginas de los libros.
They call it Blackchurch. A secluded mansion in a remote, undisclosed location where the wealthy and powerful send their misbehaving sons to cool off away from prying eyes.
Will Grayson has always been reckless, wild, and never been bound by a single rule other than to do exactly what he wanted. He learned long ago that being treated like an animal gives you permission to act like one. Back in high school, he might’ve enjoyed backing Emory into corners when no one was looking, but he could also be warm. And fierce in keeping her safe.
But the truth is, he has a right to hate her. Because it’s all her fault. Everything. Devil’s Night. The videos. The arrests. She’s to blame—and yet she regrets nothing.
He never expected one of his enemies to come straight to him. But now he knows she’s here somewhere. And as the security detail leaves and the door to the gilded cage opens, giving Will free reign of the house and grounds for another unsupervised month, he remembers with a smile…