«Dicen que un ser humano tarda poco más de ocho segundos en enamorarse, y mientras mirabas y escuchabas a aquella chica, sentiste hacia ella ese invencible afán de proximidad con que el amor se reviste cuando surge.»
En compañía de su hijo Silvio, Daniel recorre los parajes del Alto Tajo, espacio legendario en el que piensa esparcir las cenizas de su esposa. Son los mismos lugares en que el hombre y la mujer, en su primera juventud, compartieron una fuerte pasión amorosa. Al hilo de la caminata, el hombre recuerda su emocionante historia de amor, traición y arrepentimiento.
El río del Edén, novela galardonada con el Premio Nacional de Narrativa, conforma un drama amoroso y familiar muy propio de los tiempos que vivimos, y confronta los ámbitos ajenos e indiferentes de la naturaleza con ese desasosiego sentimental y moral que está en la sustancia misma del ser humano.
Bienvenidos al hotel Forest Manor, un encantador establecimiento en el que tanto los huéspedes como el personal son como de la familia. Excepto Izzy y Lucas, claro, pues la rivalidad que hay entre ellos es tal que incluso les han prohibido coincidir en el mismo turno.
Tras dos años de penurias, tal vez haya llegado el momento de que el hotel cierre sus puertas para siempre. Pero entonces Izzy devuelve un anillo perdido a su dueño y la recompensa que recibe convence a la dirección de que tal vez hayan encontrado la solución a sus problemas. Quedan cuatro anillos más en la caja de objetos perdidos, y recae sobre Lucas y ella la responsabilidad de salvar sus empleos.
Conforme su amarga enemistad va tornándose en algo diferente (y mucho más complicado), ambos comienzan a preguntarse si podría estar en juego mucho más que el destino de su querido hotel... ¿Podrán salir de diciembre con el corazón intacto?
Inmersos en el clima asfixiante de un cerrado valle, un médico y su hijo visitan a sus habitantes descubriendo sus enfermedades, no sólo físicas, sino también morales y sociales, así como su profunda incomunicación. El perturbador periplo culmina en el frío castillo de Hochgobertnitz, donde el príncipe Saurau, un noble decadente y patético pero inequívocamente genial, se halla tan próximo a la sabiduría total como a la locura definitiva. Hasta llegar a él, figura culminante de la novela, Bernhard nos presenta un mundo novelesco que es también la metáfora de «una población básicamente enferma, propensa a la violencia y al desvarío».
Los años 50 retratados por Richard Yates tienen demasiados parentescos con los tiempos que vivimos. El aislamiento que nace de la comodidad. La incomunicación que produce la falta de sentimientos sinceros. La pérdida, muchas veces inconsciente, de valores, que en algún momento parecían fundamentales.
Brillantes, bellos y confundidos, Frank y April Wheeler tratan de sostener sus ideas incluso contra sí mismos y sus debilidades. Yates los examina con una lucidez que tiene mucho de tristeza en esta magnífica novela: una indagación profunda y conmovedora sobre lo que las personas dejan que la sociedad haga con ellas.
ras cautivar al público y la crítica de más de cuarenta países con Toda una vida, Robert Seethaler, sutil intérprete del alma y uno de los escritores en lengua alemana de mayor proyección, vuelve con una original historia sobre las emociones y la esencia de la vida a través de la voz singular de quienes ya no están con nosotros.
Al atardecer, el anciano Harry Stevens se levanta del banco, bajo el abedul torcido, donde ha estado sentado todo el día, y sale del cementerio de la pequeña localidad de Paulstadt, un lugar al que todo el mundo llama «el Campo» y casi nadie visita. No hace mucho tuvo lugar el último entierro, aunque él recuerda un funeral muchos años antes, el de Gregorina Stavac, la florista de hermosas manos con quien sólo intercambió unas palabras, pero a la que se siente irremediablemente unido. A Harry le parece oír hablar a los difuntos, pero sólo logra captar unas cuantas palabras y se pregunta qué se estarán diciendo. ¿Discutirán sobre la vida, ahora que son capaces de juzgarla en todos sus aspectos, o recordarán el pasado con nostalgia? ¿Hablarán de la muerte, de lo que ésta significa, o seguirán quejándose como cuando estaban vivos, tratando de sus dolencias y otras minucias?
Durante su adolescencia en Omaha, Shiloh solo podía pensar en huir. Al menos tenía a Cary. Cary, que la aguantaba. Cary, que la hacía reír. Cary, que a los dieciséis años parecía un bicho palo y ya conducía el coche hecho polvo de su madre. Él lo tenía todavía peor que Shiloh. Solo su amistad hizo que acabara el instituto, y cuando Shiloh se fue a la universidad, Cary se alistó en la Marina.
Eso fue hace una eternidad. Ahora Shiloh tiene treinta y tres y se siente igual de atrapada. Ha vuelto a vivir en la casa en la que creció. Trabaja en un teatro, pero no sobre el escenario, como había soñado. Y está divorciada y criando sola a sus hijos, exactamente igual que su madre (aunque sin su carrusel interminable de novios).
Cuando Mikey, el único amigo del instituto con el que todavía habla, la invita a su boda, lo último que le apetece es ponerse al día con su antiguo grupo. Pero se compra un vestido, se maquilla un poco y se pone una chaqueta vaquera porque todo en lo que puede pensar es en si Cary estará allí. ¿Querrá hablar con ella? ¿Después de todo lo que pasó?
La respuesta es sí. Y sí. Y sí.