Un espeluznante levantamiento del ejército contra la reina Isabel II tiñe de sangre y muertos las calles de Madrid. El pueblo lo llama la sargentada y el horror campa por toda la ciudad. En medio de los cañonazos y los disparos, una bailarina llamada Leonor y un joven estudiante de Medicina de nombre Mauro se ven envueltos en un homicidio involuntario que marcará sus vidas.
Huyendo de la prisión o la muerte, Leonor se ve obligada a aceptar la propuesta de matrimonio de un millonario hacendado cubano con el que huye a La Habana, pero, cuando llega allí, este maravilloso enclave del Caribe no es lo que espera. Las plantaciones de azúcar y los ingenios esconden la tragedia de un esclavismo aún muy vivo. Y, entre los esclavos, la figura de Mauro sorprende a la muchacha. En un intento desesperado por escapar de ese infierno, ambos descubrirán que el ingenio donde se encuentran oculta una terrible trama para asesinar a un grupo de terratenientes siguiendo un rito ancestral brutalmente feroz.
La vida está llena de etapas, algunas preciosas e inolvidables, otras más difíciles y complicadas, lo importante es saber cuándo hay que cerrar cada una de ellas.
La madurez no nos avisó. Apareció de repente con la enfermedad de Lucía, que superamos como siempre lo habíamos hecho, estando unidas. Aparentemente, Laux, Sara, Lucía y yo éramos las mismas cuatro amigas inseparables, pero las circunstancias de la vida no nos lo estaban poniendo fácil. La desilusión por un sueño que se escapa entre las manos, ocultarle la verdad a quien amas, tener que decidir entre tu pareja o ser madre hizo que nos diésemos cuenta de lo mucho que habíamos cambiado.
Seguíamos llenas de veranos y atardeceres, de risas y llantos, plenas de amistad incondicional y de luz, pero también de decisiones difíciles de tomar, diferentes, ineludibles a nuestra edad.
Entre ellas, la más importante para mí no dejaba de repetirse en mi cabeza: ¿Quería ser yo la Vecina Rubia? ¿Podría sostener el peso del anonimato siendo ella?
Elías es un estudiante de Erasmus en Roma, tímido e inseguro, que ha conseguido por fin salir de su pueblo, un sitio cerrado y conservador. Tiene miedo a sentirse perdido, pero en el fondo sabe que es el momento perfecto para encontrarse.
Enzo es un joven deportista de élite, apuesto y lanzado, que lucha por entrar en el equipo nacional de natación. Vive por y para nadar sin pensar demasiado en su corazón, que todavía está herido.
Pero justo cuando ambos van a dar un giro importante a sus vidas, sus caminos se cruzan y surge una atracción que ninguno puede esconder y que amenaza con cambiar sus vidas para siempre. ¿Sobrevivirá su amor a lo que piense el mundo? ¿Podrán aceptarse como son y ser felices?
Basho no habría oído zambullirse la rana y hacer ruido en el agua sin el permiso del indecible Tao. * El Tao lo que hizo fue jugar con Basho, la rana y el agua para facilitarle al poeta el gran hallazgo.
Una novela histórica llena de pasión y venganza ambientada a caballo entre Inglaterra y España en el siglo XIX: una rica heredera y un hombre dispuesto a todo por arrebatarle sus tierras.
Terrosa, Extremadura, agosto de 1850.
Un calor sofocante y despiadado.
Una mujer que aguarda la llegada de un carruaje.
Un viajero que cambiará el futuro del pueblo.
Hace tiempo que Candela asumió que nunca obtendría el amor de su padre, Bernardo Salazar, el hombre al que más admira y al que más le gustaría odiar. Ahora solo desea casarse con la persona que ella ya ha elegido, llenar por fin esa necesidad de afecto y vivir para siempre en Terrosa mientras disfruta de un futuro que imagina tranquilo y feliz.
Sin embargo, todo se tuerce cuando su padre regresa de su estancia en Inglaterra de forma precipitada al pueblo y le presenta al ingles con quien ha acordado su matrimonio. Lord William Caldecourt, decimo conde de Waldwick, llega a Terrosa con la intención de ponerlo todo patas arriba. Es un ser despiadado que está dispuesto a terminar con una larga venganza. O eso se repite a menudo, pues es lo que le juró a su madre y así se lo reclama el recuerdo de su familia, destruida por Bernardo Salazar.