«Tuve la suerte de no ser deportado a Auschwitz hasta 1944, después de que el gobierno alemán hubiera decidido, a causa de la escasez creciente de mano de obra, prolongar la vida media de los prisioneros que iba a eliminar.» Así comienza Si esto es un hombre, crónica en lenguaje mesurado y sobrio de la espera de la nada, la privación cotidiana, el olvido de la condición humana de los prisioneros de los campos de exterminio nazis.
Completan la Trilogía de Auschwitz dos obras posteriores: La tregua (1963), relato picaresco de las tribulaciones de un grupo de italianos, liberados de los campos nazis, que recorren durante meses los caminos de Europa central en compañía del Ejército Rojo, y Los hundidos y los salvados (1986), un ensayo en el que Primo Levi trata de comprender las condiciones y circunstancias que permiten la degradación del ser humano.
La poesía puede ser tan hermosa como variada, puede hablar de amores, de sueños, de decepciones, de risas, de llantos. En este libro, Al viento de New York, del poeta y escritor cubano Armando G. Muñoz, el lector encontrará una poesía con la que disfrutará del amor o del dolor que se siente cuando se vive lejos de la patria que te vio nacer.
El silbido vulnerable del jilguero me despierta, a veces, desde la ventana de la habitación. Y, como las gotas condensadas, empiezo a deslizarme por la memoria. Viajo otra vez a la tierra que habité, ahora curtida por el presente, y recuerdo todas las heridas existentes. Creo que fue en ese instante cuando empecé a escribir. O había sido antes, no sé. La memoria a veces es confusa. A veces, sin embargo, no escucho su silbido y hablo con el silencio, que me recuerda las ausencias que no vuelan. Entonces, les escribo y dejo que vuelen sobre el papel.
Estos poemas los encontró Inmaculada Pelegrín (Lorca, 1969) una mañana de enero en un lugar llamado Farrera con vistas al Alto Pirineo. Por esta circunstancia no debe extrañar que, al leerlos, huelan a hierba y a pan de centeno o se escuche, de fondo, bramar un cabirol. Fue imprescindible, para que ocurriera, que estuviesen por allí Fernando Carreter, conductor de diligencias; su hijo Saúl, descifrador de contraseñas; y Tito Pedro, un ermitaño sabio que los acogió en su eschatia. Aunque debatieron mucho sobre el tema, ninguno se atreve a afirmar si cuando decimos la teoría de las cosas nos estamos refiriendo a que nosotros tenemos una teoría sobre las cosas o a que las cosas tienen su propia teoría sobre el mundo.
One afternoon in November 1975, ten-year-old Miranda Larkin comes home from school to find her house eerily quiet. Her mother is missing. Nothing else is out of place. There is no sign of struggle. Her mom’s pocketbook remains in the front hall, in its usual spot.
So begins a mystery that will span a lifetime. What happened to Jane Larkin?
Investigators suspect Jane’s husband. A criminal defense attorney, Dan Larkin would surely be an expert in outfoxing the police.
But no evidence is found linking him to a crime, and the case fades from the public’s memory, a simmering, unresolved riddle. Jane’s three children—Alex, Jeff, and Miranda—are left to be raised by the man who may have murdered their mother.
Two decades later, the remains of Jane Larkin are found. The investigation is awakened. The children, now grown, are forced to choose sides. With their father or against him? Guilty or innocent? And what happens if they are wrong?
Tel Aviv, hora punta. Un ataque suicida provoca una masacre en un restaurante atestado de personas. El doctor Amín Jaafari, israelí de origen palestino, atiende en el hospital a los supervivientes cuando recibe la noticia de que, entre los muertos, se encuentra su mujer, y que todo apunta a que se trata de la causante del atentado. En busca de una explicación a lo sucedido y convertido de repente en traidor para muchos con quienes compartía el mundo aparentemente a salvo en el que vivía, el protagonista tratará de penetrar en el complejo entramado del terrorismo islámico. Publicada en 2005, "El atentado" es una de las obras más impactantes del escritor argelino Yasmina Khadra, pseudónimo femenino del comandante retirado del ejército argelino Mohamed Moulessehoul (1955).