La segunda era continúa con una intriga política llena de magia.
Waxillium Ladrian y su socio Wayne se enfrentan a una enemiga inaudita tras el brutal asesinato del hermano del gobernador, una kandra rebelde que ha perdido el juicio y ya no obedece al nuevo dios de Scadrial, Armonía.
Mientras Wayne y Marasi intentan frustrar las amenazas contra el gobernador y evitar que la ciudad estalle en revueltas multitudinarias, Wax da caza a una asesina capaz de utilizar cualquier poder y de hacerse pasar por cualquiera. Pero él mismo se verá perseguido por las sombras de su pasado…
Los Brazales de Duelo son las mentes de metal que antaño poseyó el lord Legislador. Casi nadie cree en su existencia, pero un investigador kandra regresa a Elendel con evidencias y una imagen que conmociona a Waxillium Landra: una fotografía de su hermana Telsin apresada por su tío, el líder de una siniestra organización conocida como el Grupo.
Wax viaja al sur para investigar acompañado de Wayne, Marasi y MeLaan. Allí descubren que el Grupo ha encontrado los restos de un misterioso barco y tiene prisionero a un superviviente enmascarado. ¿Podrán Wax y los suyos localizar los Brazales antes de que caigan en manos equivocadas?
Hace ocho años y a ocho años luz de distancia, murió una estrella. Esta noche, una supernova de alta energía finalmente llegará a la Tierra. El cielo brillará cuando esa nueva estrella florezca y, dentro de un año, todos los adultos mayores de trece años estarán muertos. Sus cromosomas habrán quedado irreversiblemente dañados.
Así comienza la cuenta regresiva hacia un nuevo mundo sin adultos.
Los padres son ahora aprendices de sus hijos, e intentan transmitir el conocimiento que estos necesitarán para mantener el mundo en funcionamiento. Pero es posible que la última generación no quiera dar continuidad al legado de sus progenitores. Aunque imaginan un futuro mejor, tal vez no puedan escapar de los oscuros instintos de la humanidad.
El gran maestro Cixin Liu nos invita a interpretar esta novela como una fábula sobre el avance de las nuevas generaciones por un mundo incomprensible para sus mayores, y sobre el propio estado de la humanidad, que navega sola e infantilizada en el universo, sin un manual de usuario que la guíe.
El día en que cumple catorce años, Chen presencia cómo una esfera luminosa entra en su casa y calcina a sus padres. Con el propósito de encontrar algún sentido a esta extraña desgracia, decide dedicarse a descifrar el secreto del misterioso fenómeno a causa del cual quedó huérfano. La búsqueda de la esfera luminosa lo llevará lejos de casa, a perseguir tormentas en las cimas de montañas y a adentrarse en laboratorios subterráneos secretos para, poco a poco, ir descubriendo nuevos límites en la física de partículas.
Aunque la obsesión de Chen es la razón de que la suya sea una vida solitaria, esta no podrá protegerle de los intereses globales que hay detrás de sus descubrimientos. Así pues, tendrá que enfrentarse a un físico que no entiende de límites morales en lo que al conocimiento se refiere; una atractiva militar obsesionada con nuevas técnicas bélicas; a una nación entera, en suma, desesperada por hacer frente a una derrota militar inevitable...
Invocando nuevos mundos cosmológicos y filosóficos a partir de una minuciosa especulación científica, La esfera luminosa tiene todo aquello que hizo que los lectores de Cixin Liu disfrutaran tanto con El problema de los tres cuerpos.
Una historia de amor para dos cuerpos.
El poemario Todas las noches que fuimos humo trata de una historia de amor que transcurre en una habitación de hotel en la Gran Vía madrileña en el espacio de una noche de verano.
Los dos protagonistas se citan para cenar al caer el sol y se despiden a primera hora de la mañana siguiente cuando amanece.
Esa noche ambos pasan por diferentes estados de ánimo, algunos compartidos y otros secretos, y se entregan a lo que sucede debajo de las sábanas: lo íntimo, lo privado, el deseo, la soledad, el miedo y la ternura.
El padre de Lucy Gayheart, relojero y director de la banda municipal del pueblo de Haverford, ha costeado con ilusión y esfuerzo la educación musical de su hija en Chicago. Ésta es una joven sensible, impulsiva y brillante que empieza a ganarse la vida dando clases de piano. Un día le surge la oportunidad de acompañar al famoso barítono Clement Sebastian, un hombre mucho mayor que ella y algo cansado de la vida, pero a quien el contacto con la juventud parece traer una nueva y melancólica primavera. La diferencia de edad y posición, y sobre todo de experiencia, no impide a Lucy aferrarse a una «promesa luminosa» que está convencida de que acabará haciéndose realidad… aunque para ello tenga que renunciar a Harry Gordon, el «gran hombre del Oeste» que ha sido su pretendiente desde la infancia. «A algunas personas les afecta lo que sucede con su vida o con sus propiedades, mientras que para otras es el destino lo que se cruza en sus sentimientos y en sus pensamientos… el destino y nada más»: estas palabras condensan el clima de Lucy Gayheart (1935), una de las últimas novelas de Willa Cather. En ella sus grandes temas –la oposición entre valores rústicos y urbanos, la tragedia que acecha a la inocencia, el arte como conflictiva forma de elevación– se conjugan en una depurada historia de amor escrita con el sello de la madurez.