Cuando creemos formas de vida no biológicas, ¿lo haremos a nuestra imagen y semejanza, o aprovecharemos la primera oportunidad en la historia de nuestra especie para «re-crearnos» y hacerlo a su imagen y semejanza? ¿Cómo serán el amor, los cuidados, el sexo y el apego cuando los seres humanos entablemos relaciones con seres no humanos que ejerzan de profesores, trabajadoras sexuales o figuras de compañía? ¿Qué será de nuestros arraigadísimos prejuicios de género? ¿Disfrutaremos en breve de mejoras biológicas e implantes neurales que nos permitan mantenernos en forma, más jóvenes y conectados?
Tras años de reflexión y lectura sobre la inteligencia artificial, Jeanette Winterson recurre a la historia, la religión, la mitología, la literatura, la política y, por supuesto, la informática para ayudarnos a entender los cambios radicales que ya se están produciendo en nuestra forma de vivir y de amar. Con un derroche de ingenio, humor y empatía, nos invita a abrir los ojos y expandir la mente.
Reinas, amantes, lolitas, prostitutas, bailarinas... Hasta no hace mucho, en la historia del arte las mujeres solo podían ser modelos: profesionales como Kiki de Montparnasse en las fotografías de Man Ray o musas por azar como Victorine Meurent, la Olympia de Manet. Iconos de las vanguardias como la alocada Henrietta Moraes, que inspiró a Bacon y Lucian Freud, o la surrealista Claude Cahun, quien en 1930 proclamó: «Neutro es el único género que me viene bien».
De la sonrisa de la Gioconda al color de la piel de Cleopatra, la cabellera de la Venus de Botticelli o el vello púbico que pintó Courbet y fascinó a Lacan, el misterio de sus identidades obsesionó a ladrones, moralistas y académicos. Sus rostros y sus cuerpos pautan aún hoy un ideal de belleza.
Modelo durante décadas, Teresa Arijón revisita la historia del arte en este libro excepcional que es a la vez novela, ensayo y crónica, y también un registro sensible y sensual del paso del tiempo en el que los roles se invierten y es la modelo la que retrata al artista.
Un hombre ha fallecido delante del televisor. No sería noticia si no fuera porque, tras cuatro meses en que nadie lo echó de menos, lo ha encontrado casi momificado un operario de la compañía eléctrica. Poco después tiene lugar otro macabro descubrimiento, esta vez en un bosque. Junto a un abeto hallan un cadáver semienterrado en la nieve. Debe de llevar ahí desde verano y, atrapado entre sus dedos, hay un mechón de cabellos rubios.
Mientras William Wisting, detective del cuerpo de policía de Larvik, investiga el segundo caso, su hija, Lisa Wisting, vuelve unos días a su pueblo natal para preparar un reportaje sobre el primero: ¿cómo puede morir alguien así en Noruega, uno de los países más prósperos del mundo?
Lo que nadie intuye es que pronto emergerá de las sombras la inquietante figura de un usurpador: un asesino en serie que, suplantando la identidad de algunas de sus víctimas, ha eludido a la justicia durante décadas. Por si fuera poco, el FBI va a pisar suelo noruego para darle caza y con ellos deberá colaborar, le guste o no, el taciturno William Wisting.
Una novela de pasiones no correspondidas, desamores y ausencias, fiestas disparatadas, hilarantes conversaciones, amigas, perros, tóxicos y un fantasma con mucho que contar.
La providencia hizo que España, una carismática señora de la jet set madrileña, y Lulú, una joven mexicana, se conocieran llorando solas una tarde en el Retiro. España sufría malgastando su energía y su amor en complacer a un marido que no la correspondía en absoluto; Lulú se esforzaba en comenzar una nueva vida tras el traumático y prematuro fallecimiento de su madre.
Diametralmente opuestas en todo, pronto se darán cuenta de lo mucho que se complementan, y decidirán afrontar juntas los numerosos obstáculos que les depara el destino.
Lo cierto es que no estarán solas, Venezia, la madre de Lulú, de belleza y mala suerte extraordinarias, estará con ellas en cada tramo del camino, acompañándolas, apoyándolas y riéndose de ellas, aunque no puedan verla; aunque nunca lleguen a saberlo; aunque sea un fantasma.
Un elogio de la felicidad y del amor sin condiciones.
Han pasado seis meses desde la muerte de mi madre. No he sido capaz de afrontarla hasta que un desconocido ha aparecido en mi vida de una manera sorprendente, apremiándome para que resuelva los asuntos pendientes. He de aceptar una herencia que, aunque resolverá mi vida, me atará definitivamente a la de mi familia. No estoy segura de que sea eso lo que quiero: perder mi independencia. Además, no es algo simple, nada de firmar unos papeles en el notario, no. Primero he de instalarme en su casa durante tres meses y seguir las instrucciones que me ha dejado en seis cartas. ¿Por qué tanto misterio? ¿Quién es este Paul Dombasle que, también fallecido, me ha traído hasta París para hacerme un regalo extremadamente valioso? ¿Y mi madre? ¿Quién era realmente mi madre?
Con estas preguntas comienza para Miranda Herrera un camino lleno de misterio, descubrimiento, peligro y «días rojos» —esos en los que de repente tenemos miedo y no sabemos por qué—, que la llevará, a través de las extraordinarias vidas de su madre y de su abuela, al amor sin ataduras ni convenciones que tantos se empeñan en negar.
En el Madrid de los años noventa, una joven logra sobrevivir a lo que parece un brutal ataque de violencia de género. La prensa y la opinión pública hacen eco de la noticia y, durante días, no se habla de otra cosa. Incluso hay quien afirma que se lo estaba buscando. Cuando por fin despierta del coma, Minerva no recuerda absolutamente nada, ni siquiera a su agresor que, desde ese instante, se mezclará entre sus amigos más íntimos para convertirse en su sombra y permanecer a su lado durante años esperando, a pesar de los cambios sociales, el momento oportuno para finalizar su «autoencargo». Pero ¿las cosas han cambiado tanto como creemos? ¿Por fin la sociedad ha dejado de juzgar a las mujeres que sufren agresiones de este tipo?