Michael y Caitlin se encuentran secretamente desde hace veinticinco años en su paraíso particular: Coney Island. Unas preciadas horas juntos que programan una vez al mes y que son un bálsamo para la insatisfacción y el tedio de sus fríos matrimonios, del rutinario trabajo, de una familia distante e, incluso, de un país que los vio crecer y que ahora sienten lejos. Sin embargo, fuera de las cuatro paredes de esta modesta habitación de hotel hay un mundo que amenaza con separar sus caminos para siempre.
Una lectura compulsiva, un fresco de dos vidas y una decisión que ya no se puede retrasar se despliegan en el transcurso de unas horas, y una reflexión sobre la crisis de la madurez: qué pasa cuando desaparece la ilusión de la juventud y se cae en el conformismo.
Jeff Atman, un periodista londinense de mediana edad, está en Venecia para cubrir la inauguración de la Bienal de arte. Espera encontrar lo habitual en estos casos: obras de arte incomprensibles en medio de un ambiente festivo en el que abundan el alcohol y las drogas. Lo que no se imagina es que conocerá a Laura, su alma gemela, con la que vive una intensa aventura erótica que convertirá su estancia en la ciudad en algo inusitado.
Otra ciudad, otro encargo. Esta vez Jeff viaja a Benarés para cubrir el ritual funerario de los cadáveres a orillas del Ganges. Rodeado de masas de gente, animales, pobreza y caos, a Jeff le espera una transformación completamente diferente.
«Los banqueros cuentan sus beneficios, los políticos sus votos y los poetas sus cosas. Cuentan y recuentan las cosas en las que se quedó enredada su vida. En los días de meditación y soledad, de vagabundeo doméstico, tomo conciencia de que tengo la casa llena de cosas. No se trata exactamente de que me importe tirar cosas, sino de que tengo inclinación a conservar las cosas que son mi casa. Para no confundir una fiesta con un acto de barbarie, conviene pensar lo que se desecha cuando se tira la casa por la ventana. Las cosas con capacidad de convertirse en un recuerdo suponen el deseo personal de atender a la vida, de vivir con atención, con amor.»
Temblor surgió de un tembloroso interrogante de la autora: ¿qué pasaría si hubiera un mundo que sólo existiera si alguien lo pensase? Pensó entonces Rosa Montero un mundo agobiante, controlado por el poder de un Estado omnipresente y una religión engarzada por dogmas de hierro. Un país y unos personajes del futuro que quizás estén esperándonos.
Sobre las rumas de la Gran Catástrofe, Agua Fría emprende una larga búsqueda para alcanzar la libertad. Para ello debe liberarse del temor y de las tentaciones que le presenta un orden jerarquizado y siempre capaz de provocar nuevos desastres. Iniciada como sacerdotisa del supremo poder, Agua Fría defiende su integridad interior para sobrevivir a las atrocidades y a la disciplina.
Puerto Rico, 2017. Apenas una semana después de restablecida la electricidad, las noticias alertan de la llegada de un segundo huracán, más potente que el anterior. Propensos a la inexactitud y la exageración, los reportes meteorológicos esta vez parecen ser reales. Han pasado muchos años desde que un huracán con un potencial tan destructivo azotó la Isla. Si Irma la había dejado una semana sin luz, ¿qué podrá esperarse ahora de María?… En Antes que llegue la luz, Mayra Santos-Febres evoca aquellos momentos que, como los huracanes, llegan con sus vientos de incertidumbre para partir la vida en dos y revelar nuestra condición vulnerable; momentos en que, a su vez, aflora la capacidad para reinventarse como último recurso para sobrevivir.
En plena crisis de madurez, Bennie Salazar, que en los setenta formó parte de una banda punk y ahora es un alto ejecutivo de la decadente industria discográfica, se echa copos de oro en el café para recuperar el apetito sexual. Sasha, su asistente, después de haber viajado mucho y no siempre en circunstancias felices, se trata de su cleptomanía con un psicoanalista que viste jerséis estrambóticos. En torno a ellos se despliega una variopinta red de personajes, desde una relaciones públicas que intenta lavarle la cara a un general genocida hasta un periodista que ha estado en prisión por abusar de una estrella de cine adolescente. Con el rock palpitando en cada una de sus páginas, El tiempo es un canalla es un entramado fascinador que pasa por lugares como Nueva York, San Francisco, Kenia, Nápoles o el desierto de California, y cubre un período que va de los años setenta hasta el 2020.