¿De que hablan las narraciones de Kafka? Despues de haber recibido respuestas innumerables, la pregunta sigue suscitando un sentimiento de aguda incertidumbre. ¿Son sueños? ¿Son alegorías? ¿Son símbolos? ¿Son cosas que suceden día a día? Las mºltiples soluciones que se han ofrecido no consiguen eliminar la sospecha de que el misterio permanece intacto. Este libro no se propone disipar ese misterio sino dejar que surja "iluminado por su propia luz", como escribió una vez Karl Kraus. Por eso intenta mezclarse en el discurrir, en el tortuoso movimiento, en la fisiología de sus historias, encontrando por el camino las cuestiones más elementales. Como, por ejemplo: ¿quien es K.?
Kafka en la orilla: Kafka Tamura se va de casa el día en que cumple quince años. Le llevan a ello las malas relaciones con su padre -un famoso escultor convencido de que su hijo repetirá el aciago sino de Edipo- y el vacío producido por la ausencia de su madre; se dirigirá al sur del país, donde encontrará refugio en una peculiar biblioteca y conocerá a la misteriosa señora Saeki. Sus pasos se cruzan con los de otro personaje, Satoru Nakata, sobre quien se ha abatido la tragedia: de niño, durante la segunda guerra mundial, sufrió un accidente del que salió con secuelas y dificultades para comunicarse... salvo con los gatos.
Haruki Murakami (Kioto, 1949) es el escritor japonés que goza en la actualidad de mayor prestigio en el mundo entero. Ha merecido premios como el Noma, el Tanizaki, el Yomiuri, el Frank O'Connory el Franz Kafka. Tusquets Editores ha publicado su volumen de relatos titulado Sauce ciego, mujer dormida, y sus novelas Crónica del pájaro que da cuerda al mundo; Sputnik, mi amor; Al sur de la frontera, al oeste del Sol y Tokio blues. Norwegian Wood, además de Kafka en la orilla, una espléndida novela de madurez, proclamada mejor libro del año por el New York Times.
Kalpa imperial reúne once relatos, once fragmentos de la historia del Imperio Más Vasto que Nunca Existió.
Por el narrador sabemos que el Imperio fue destruido y reconstruido infinidad de veces y que su historia vuelve a empezar con cada nueva dinastía de emperadores y emperatrices.
El escenario es siempre el mismo: el montañoso norte, el sur selvático y las ciudades capitales. Las historias son múltiples y diversas. Como la de Bib, el chico esmirriado que pretende refundar el Imperio e inventar un nuevo orden; la del último príncipe de la dinastía de los Orioles y su extraña muerte; la de la huérfana que asciende desde los bajos fondos hasta el trono; la del Emperador Cuarto en las dinastía de los Kiautonor, que manda a construir una ciudad en honor de su amante.
Angélica Gorodischer crea un universo ficcional portentoso, absolutamente propio, donde la distopía se cruza con el realismo, la novela con el cuento, la metáfora sobre el poder con el pequeño drama humano. Publicado por primera vez en 1983, Kalpa imperial marcó un hito en la obra de esta gran autora argentina y la convirtió en una referente ineludible de la ciencia ficción universal.
La joven en cuya cabeza pululan estas palabras vive en un suburbio de París, tiene una hija de diez años y un marido que ha trazado para ellas un plan lleno de fronteras. La joven en cuya cabeza pululan estas palabras ha visto un vestido rojo en un escaparate, ha intentado comprarlo pero no puede. Piensa en que quizás, algún día, su hija pueda ponérselo en su nombre. Desea que, algún día, su hija se lo ponga en su nombre.
La joven madre que desea el vestido rojo no sabe leer. Sin embargo, acaba de llevar a casa un libro que ha encontrado en el descansillo de su piso. Podría ser del vecino, pero lleva varios días ahí y no lo ha recogido. Ella no sabe leer, pero su hija sí. Ese libro no puede estar ahí por casualidad. ¿Quién es ese Kant que habla de atreverse, de conocerse, de la necesidad de ilustrarse, de saber, para ser un individuo completo, una persona? La joven madre no es una joven madre cualquiera. Es francesa, pero no es blanca ni católica. La joven madre de esta novela es un fantasma que se esconde tras un burka.
Coincidiendo con el inicio de la ofensiva alemana contra Rusia, Curzio Malaparte empezó a escribir Kaputt, obra con la que pretendía recoger el testimonio de su experiencia como corresponsal de guerra durante la Segunda Guerra Mundial. Malaparte recorre la Europa ocupada por los nazis como si fuera un espía: presencia la triste impotencia del príncipe Eugenio de Suecia, se ve obligado a sobrellevar la arrogancia de los líderes nazis delegados en Varsovia y es testigo de la crudeza de los parajes de la fría Carelia o de la noble ciudad de Lasi, desolados por la barbarie y el hambre que convirtieron Europa en un montón de chatarra.
Con Kaputt —palabra germánica que evoca lo roto, lo hecho añicos, y que deviene un fiel calificativo de lo que quedó de un continente devastado por un lustro de destrucción— Malaparte teje una sobrecogedora obra literaria sobre la realidad, a un tiempo salvaje y grotesca, de la guerra en el frente.