Un pequeño movimiento en la comisura de la boca, el más mínimo cambio en la pupila, son suficientes para «leer» el verdadero yo de una persona.
Hannah Herbst es experta en reconocer las señales secretas del cuerpo humano y, como asesora policial, ha atrapado a varios delincuentes peligrosos. Mientras se enfrenta a las consecuencias de la pérdida de memoria después de someterse a una operación, se encuentra ante el caso más terrible de su carrera: una mujer ha asesinado brutalmente a su familia y tras su confesión ha logrado escapar. Hannah dispone únicamente del breve vídeo en el que la asesina admite su culpabilidad para analizar el caso. El único problema es que... la asesina del vídeo es la propia Hannah.
Georges es hijo de un mulato adinerado, natural de la Île de France (hoy Mauricio), con una tez tan clara que podría pasar por blanco. Tras crecer viendo cómo el valor de su padre se ve comprometido por un sentimiento de inferioridad, llegará a la madurez con la tenaz ambición de jurar venganza a los hombres blancos que lo despreciaron a él, a su padre y a tantos otros durante siglos. Descatalogada desde hace tiempo en España y traducida brillantemente por José Ramón Monreal, esta novela de trasfondo indudablemente autobiográfico, publicada originalmente en 1843, puede apreciarse ahora como nunca antes y sumarse a las grandes obras de un autor inmortal.
Pocas veces se ha conseguido como en este libro recrear con tanta ternura, con tanto sentido del humor y tanta penetración un universo cotidiano a menudo traspasado por las lanzadas del sufrimiento.
Las búsquedas poéticas y los recursos narrativos aparecen con frecuencia entrelazados en las obras de Mario Benedetti. En Geografías, libro íntegramente redactado durante su exilio español, el autor reúne catorce cuentosy otros tantos poemas, agrupados en dúos afines, colocando cada uno de esos pares bajo el resguardo de un membrete geográfico.
Poppy y Alex. Alex y Poppy. No tienen nada en común: ella lleva vestidos estampados; él, pantalones de pinza. Ella es un espíritu aventurero; él prefiere quedarse en casa leyendo. Y, a pesar de todo, son mejores amigos. Durante la mayor parte del año viven separados ella en Nueva York, él en su pequeño pueblo, pero cada verano, desde hace ya una década, se toman una semana de vacaciones juntos. Hasta hace dos años, cuando todo cambió.
Ahora Poppy tiene todo lo que siempre había soñado, pero está atrapada en la rutina. Cuando alguien le pregunta cuándo fue feliz por última vez, sabe, sin duda alguna, que fue en ese último y fatídico viaje con Alex. Por eso decide convencer a su mejor amigo para viajar juntos una vez más. Tienen una semana para arreglarlo todo, ¿qué puede salir mal?
Alex y Poppy. No tienen nada en común. Ella viste estampados; él lleva pantalones de pinza. Ella tiene espíritu aventurero; él prefiere quedarse en casa leyendo. Y, a pesar de todo, son mejores amigos. Durante la mayor parte del año viven separados -ella en Nueva York, él en su pequeño pueblo- pero cada verano, desde hace ya una década, se toman una semana de vacaciones juntos. Hasta hace dos años, cuando lo arruinaron todo. No han vuelto a hablar desde entonces.
Poppy tiene todo lo que siempre había soñado, pero está atrapada en la rutina. Cuando alguien le pregunta cuándo fue la última vez que fue feliz de verdad, sabe sin ninguna duda que fue en ese último y fatídico viaje con Alex. Y entonces decide convencer a su mejor amigo para viajar juntos una vez más. Ahora tiene una semana para arreglarlo todo. Si pudiese aceptar la verdad que siempre se ha interpuesto silenciosamente en medio de su supuesta perfecta amistad
¿Qué puede salir mal?
Entre los grandes colaboradores que tuvo desde su creación en 1902 el Times Literary Supplement, considerado el medio literario más respetable de la época por T. S. Eliot, figuraban nombres como los del propio Eliot y Henry James, pero, según su director, la joya de la corona fue sin duda Virginia Woolf. En estos ensayos extraordinarios, la joven crítica supo arrojar nueva luz sobre escritores conocidos y construir manifiestos provocadores acerca del futuro de la novela; y, gracias a ellos, disfrutó de la ansiada independencia económica. Tras su escrutinio de autores que conformaron su canon literario #como Charlotte Brontë, George Eliot, Elizabeth Barrett y Joseph Conrad# se vislumbra el pensamiento que iluminó su producción narrativa. Pero, sobre todo, se percibe a la Virginia Woolf lectora, para quien, como nos recuerda Ángeles Caso en el prólogo, leer nunca fue un refugio, sino «el acto supremo de insumisión, la mejor manera de hacer frente a la violencia siempre dominante con un gesto callado pero lleno de desafío», y cuyo entusiasmo por la gran literatura sigue inspirándonos hoy más que nunca. Un volumen inédito que refleja el ingenio y la inteligencia de una autora icónica.