El monólogo –ácido, divertido, desgarrador– de una vieja actriz que repasa su vida y su carrera.
Anne-Marie, una vieja actriz, desgrana sus recuerdos. Evoca su infancia en una pequeña ciudad del norte de Francia; la juvenil fascinación por Brigitte Bardot, cuyas fotos recortaba y pegaba en un álbum; el hechizo del teatro; su llegada a París con diecinueve años; el encuentro con Giselle Fayolle, alias Gigi, desde el principio destinada a convertirse en una estrella... Se conocieron cuando compartieron escenario en las representaciones de Berenice: entre ambas hubo amistad, pero también rivalidad; sus carreras transcurrieron en paralelo y Anne-Marie se convirtió en la confidente de Gigi, cuya vida amorosa era mucho más agitada que la suya.
Anne-Marie nos habla también de su aburrida vida matrimonial con su difunto marido, de su operación de cadera, del hijo que ya no vive con ella, de los achaques de la vejez, de la soledad en su apartamento parisino...
Anna Karénina, que Tolstói empezó a escribir en 1873 y no vería publicada en forma de libro hasta 1878, es una exhaustiva disquisición sobre la institución familiar y, quizá ante todo, como dice Víctor Gallego (autor de esta nueva traducción), «una fábula sobre la búsqueda de la felicidad». La idea de que la felicidad no consiste en la satisfacción de los deseos preside la detallada descripción de una galería espléndida de personajes que conocen la incertidumbre y la decepción, el vértigo y el tedio, los mayores placeres y las más tristes miserias.
Anna Karenina es, junto con la monumental Guerra y paz, una de las obras clave Lev Tolstoi, en la que vemos todas las señas de identidad del gran realismo ruso: fina crítica social y multitud de personajes con una profundidad psicológica asombrosa. Las desventuras de Anna Karenina y su afán por integrarse en una sociedad hipócrita que la margina por adúltera, pero perdona los desmanes de su amante, nos hacen reflexionar sobre la invisibilización de la mujer a la par que nos ofrecen un fresco monumental de la Rusia decimonónica y todas sus contradicciones.
Aurora Bernárdez, amorosa albacea literaria de Julio Cortázar, reunió veintiún relatos del escritor para conformar una colección única de la fauna que habita el universo cortazariano. Allí, como es sabido, conviven animales que conocemos con otros que solamente existen a través de las hermosas, divertidas y delicadas palabras del gran cronopio.
«Será un testigo. Eso se dice. Atesorará todo lo que pueda ver para recordarlo después. Construirá los recuerdos de su futuro».
Un estudiante llega a una universidad de Colorado, en los Estados Unidos, en busca del sueño americano en su versión académica. La promesa del campus como un santuario en cuyas fronteras se han resuelto los problemas de Occidente -origen, raza, clase- sucumbe ante la realidad nocturna: los alumnos deambulan por los extramuros de la ciudad, a la caza de todo aquello que el día les niega: luz, compañía, ternura, certezas. La mirada del protagonista explora las historias que se enhebran durante una noche interminable: la obsesión por Sudamérica como destino romántico, sexual y político; los amores paralelos y tóxicos; la necesidad de borrar las señas de identidad para crear otras nuevas; la literatura como resguardo; el futuro en la forma de una oscuridad apenas iluminada por algunas estrellas lejanas y ajenas. Animales luminosos es una novela íntima donde se abordan los temas fundamentales de nuestro tiempo, como la migración y el choque cultural. Pero también los pequeños grandes dramas de un grupo de amigos que viven sus dudas con una profunda vitalidad, una en la que el amor se torna refugio y quizá, también, respuesta.
Un estudiante llega a una universidad de Colorado, en los Estados Unidos, en busca del sueño americano en su versión académica. La promesa del campus como un santuario en cuyas fronteras se han resuelto los problemas de Occidente -origen, raza, clase- sucumbe ante la realidad nocturna: los alumnos deambulan por los extramuros de la ciudad, a la caza de todo aquello que el día les niega: luz, compañía, ternura, certezas.
La mirada del protagonista explora las historias que se enhebran durante una noche interminable: la obsesión por Sudamérica como destino romántico, sexual y político; los amores paralelos y tóxicos; la necesidad de borrar las señas de identidad para crear otras nuevas; la literatura como resguardo; el futuro en la forma de una oscuridad apenas iluminada por algunas estrellas lejanas y ajenas.