Reunidas en un solo volumen las tres primeras novelas protagonizadas por Nathan Zuckerman y, como epílogo, una pieza genial: La orgía de Praga.
Este volumen reúne las tres primeras novelas -y una nouvelle- protagonizadas por Nathan Zuckerman La visita al maestro (1979), Zuckerman desencadenado (1981) y La lección de anatomía (1983), el álter ego de Philip Roth.
En La visita al maestro, un joven Zuckerman en los inicios de su carrera visita a su mentor en Nueva Inglaterra y se enamora de una mujer que cree identificar con la mismísima Ana Frank.
Zuckerman desencadenado es una divertida parodia sobre los riesgos de la fama, mientras que La lección de anatomía cuenta la divertida y triste historia de un Zuckerman en plena crisis vital y creativa.
Y al fin, en La orgía de Praga, viajamos con él a la ciudad ocupada por los soviéticos en busca del manuscrito inédito de un misterioso escritor judío.
Nunca has leído una novela erótica como esta. Una novela en la que tres mujeres -Alicia, Diana y Emily: quédate con sus nombres porque no vas a poder olvidarlas- deciden formar un club para cumplir todas sus fantasías sexuales, más allá de cualquier límite preestablecido.
«Somos zorras, malas, libres. Somos la tentación. Somos las dueñas de nuestro cuerpo y nuestras alas. La que nos tocamos dónde y cuándo queremos. Somos las que gritamos en las calles y gemimos en las almohadas. Nos pintamos los labios de rojo y dejamos los de abajo abiertos para explotar de placer. Aquellas a las que llamabas zorras ahora follan con la liberación.»
Tienes entre tus manos una novela que empodera y libera; una novela para lectoras valientes dispuestas a descubrir quiénes son realmente y no quienes los demás quieren que sean.
Théophile Gautier sintió desde muy niño un especial apego por los animales, y en particular por los gatos, seres en adelante indisociables de su paisaje íntimo y doméstico y del balance de su experiencia de vida. En Zoológico privado, involuntarias memorias de infancia y juventud y autorretrato al sesgo del autor, nos los presenta con profusión de detalles en su inquietante familiaridad, ya sea durmiendo a su lado o a los pies de la cama, sentados en el brazo del sillón que el autor empleaba para escribir, siguiéndolo en sus paseos matutinos por el jardín, jugando con sus libros o amenizando silenciosamente sus comidas, no sin robarle algún que otro bocado del plato. Pero el imaginario que Gautier nos revela en su recuento biográfico expande su mirada hacia otros seres afines, haciendo patente el vínculo que conecta sus trayectorias vitales y desplegando así toda una cosmovisión panteísta a través de su amor por la naturaleza.