Toda la poesía de una autora de referencia, ganadora del Premio Nacional y el de la Crítica.
Como «Ficciones para una autobiografía», título de uno de sus libros, este volumen podría entenderse como una suerte de memoria y recorrido por toda una vida. Se reúne aquí toda la obra de una autora que ha hecho de sus poemas un magnífico recopilatorio de las propias vivencias, y las de toda una generación de mujeres. Desde los poemas de amor, a los de la pérdida, de los comprometidos y reivindicativos, a los de aceptación de la madurez, de las ilusiones a las transacciones con la decepción, las experiencias luminosas y las de dolor y rabia. Hay aquí el retrato completo de una vida de mujer, también la palabra en el tiempo, la emoción y la difícil sencillez de saber decirla.
Martina es profesora y se resiste a tener que comunicarse con las personas a través de una pantalla, algo que se está poniendo muy de moda en la España de los noventa. Los chats atraen a todo el mundo, pero, sin duda, comienzan a ser una gran fuente de problemas. Y justo eso es lo que se encuentra Martina cuando, animada por unos amigos, acepta que entre en su casa, en su salón y en su vida su primer ordenador. Chats, amigos, risas, noches interminables de diversión... Todo se vuelve idílico cuando una persona de ese nuevo mundo, a quien ni ha visto nunca ni conoce, llama su atención, y su sola presencia a través de la pantalla la atrae cada vez más. Sin embargo, de pronto alguien la persigue y acosa, y empieza a tener miedo, sobre todo porque no tiene manera de averiguar si pertenece a la vida real o a la virtual.
Está a punto de que se descubra la gran verdad, de que se desvele uno de los secretos mejor guardados de la reciente historia de España. Santolaya teme que lo puedan relacionar con los hechos y decide que es el momento de huir, de abandonar una carrera que le ha llevado hasta la fontanería de La Moncloa pasando por los servicios de inteligencia. Desde la dictadura a la democracia, más de cuarenta años siempre muy cerca del poder y la toma de decisiones.
En su viaje evoca el pasado en la Barcelona de finales de los sesenta, cuando siendo un ocioso adolescente, la casualidad hizo que empezara a trabajar como lazarillo de un ilustre norteamericano, un agregado comercial con buenos contactos en la embajada. McNamara, sin embargo, se encargaba de tejer las redes de contactos entre todos aquellos actores interesados en tener un papel desta