Conoces a la persona adecuada. Tu vida hace clic y todo funciona.
Pasas de compartir notas secretas a pasar largas tardes en un coche con la persona que siempre has deseado.
Sonrisas, caricias, pasión... cuando vives embriagado por la pasión, lo explosivo y lo adictivo ¿qué puede ir mal?
Probablemente TODO.
Las cosas buenas no se consiguen con facilidad y lo que creías que estaba dictado por el destino, tal vez, no eran más que películas en tu cabeza.
Pero... ¿quiénes serían Clover y Callum si no luchasen contra todo lo preestablecido?
Un irlandés y su trébol. Eso es lo que siempre serán.
«Aquí somos todos palabras desde el nombre de cada uno de nosotros y las sílabas que se unen para nombrar lugares y, por ello, sugiero que titules Cochabamba, porque suena a tambor, a vocales de boca abierta, a paisaje verde que no conoces aún».
El agua de azar puede también danzar como humo de insomnio o conversación de sobremesa sin tiempo. Así nace la amistad a primera vista entre el diplomático francés Xavier Dupont y el escritor al que le pide escribir la novela de la vida de su madre, Catalina. Nacida en Cochabamba, hija de un potentado boliviano, oligarca adinerado y símbolo de la tiranía patriarcal, Catalina se sabe la mujer más bella del mundo y más aún cuando por orden del padre es transterrada a París donde levitará nubes de oropel, grandes lujos y codearse con Coco Chanel, Edith Piaf... y Albert Camus.
Catalinacomo Princesa de Cochabamba se vuelve la plus belle femme entre el tout París y protagonista de una novela que parecería cuento de hadas, si no fuera enteramente verídica. Una novela de vodevil y rumbosa, la vida pícara y noctámbula que nació en sobremesas para contar y contagiar hasta quedar en tinta con un ritmo que conquista al lector como una íntima celebración.
En Colección permanente, la autora de El corazón del daño nos permite acceder al centro neurálgico de su museo personal, donde figuran sus obsesiones, su preferencia por el desvío y su constante apuesta por una poética de la incertidumbre.
Mezclando la cita literaria, el reportaje apócrifo y la figura de un maestro imaginario con una escritura abierta a la inquietud y la intuición perturbadora, compone también su propia ética, casi un manifiesto que cuestiona el dogmatismo, la pretensión de originalidad y la banalidad de la conversación contemporánea alrededor de la literatura.