Segundo tomo de esta saga del padre del cyberpunk.
Enviaron un sabueso explosivo en busca de Turner por Nueva Delhi, cargado con sus feromonas y el color de su pelo.
Las zaibatsu Biolaboratorios Maas y Hosaka se enfrentan por la dominación mundial, mientras mercenarios como Turner o vaqueros del ciberespacio como el Conde Cero no son más que peones de un juego que escapa a su comprensión: útiles, pero prescindibles en última instancia.
Cuando Turner despierta en México con un nuevo cuerpo y junto a una mujer bonita, sus jefes corporativos le dejan recuperarse durante un tiempo para luego reactivar su memoria y hacer que lleve a cabo una misión aún más peligrosa que la que estuvo a punto de matarlo. El diseñador jefe de Biolaboratorios Maas dice que quiere desertar a Hosaka, y el trabajo de Turner es que lo consiga sano y salvo.
Conde Cero es un contrabandista de datos del extrarradio, y no está preparado para lo que le ocurre cuando la deserción del diseñador hace estallar una guerra en el ciberespacio. Se ve rodeado por dioses vudú de la red y ángeles de los programas, y su única esperanza es que las megacorporaciones y los superricos estén muy ocupados en el mundo virtual, tanto como para no percatarse del pirata informático novato con ese equipo del mercado negro que intenta sobrevivir a toda costa…
Atraco a mano armada, difamación, asesinato, conspiración, sustracción de obras de arte, composición de poemas elegiacos a la muerte de Hitler. De Verlaine a Burroughs, de Norman Mailer a Hans Fallada, de Giacomo Casanova a Curzio Malaparte, muchos han sido los literatos que, a lo largo de la historia, han purgado sus ofensas y delitos en la cárcel. Y han sobrevivido para contarlo. Chester Himes o Jean Genet se pasaron buena parte de su vida en el fondo de un calabozo infecto. Otros, como el Marqués de Sade o Heinrich von Kleist, iniciaron sus carreras literarias tras los barrotes de una prisión. Incluso se han dado casos, como los de Louise Michel o Goliarda Sapienza, de escritoras que experimentaron una irónica sensación de emancipación y libertad tras entrar en presidio.
Cuando Maeve desaparece sin dejar rastro, su hija Sloane no se sorprende: si su madre tenía que desaparecer, solo podía ser en extrañas circunstancias . Sin embargo, esta vez es distinto: al cabo de unos días de la desaparición de su progenitora, Sloane recibe un paquete que esta misma le ha mandado, con varios miles de dólares, la escritura de su casa y un arma. También hay una nota con las siguientes palabras: Vén delo todo. Quédate la pistola. Practica. Huye. Ahora. A solo dos semanas de graduarse como arquitecta y en medio de esta encrucijada personal, Sloane recibe la oferta de trabajo de un misterioso millonario que quiere construir seis memoriales para seis personas que murieron, de nuevo, en extrañas circunstancias. A medida que Sloane investiga esas muertes, el consejo de su madre se hace cada vez más presente. ¿En quién puede confiar ahora Sloane? ¿Tendrá tiempo de seguir las indicaciones de su madre cuando llegue al final del laberinto que ha ido creando su siniestro empleador?