Por obras tan rotundas como El amante de Lady Chatterley o El arco iris, David Herbert Lawrence (1885-1930) no solo pasó a la historia de la literatura, sino que lo hizo como un provocador e incómodo crítico de la sociedad, pero también –y en ocasiones de forma injusta– como un autor erótico, decididamente obsceno al que había que leer a escondidas.
El conjunto de su narrativa breve, sin embargo, viene a demostrar que la literatura de Lawrence podía ser tan compleja y variada como lo fue su autor –poliédrico, dinámico, puro instinto, arrebato y pasión–, y despertar la admiración de autores como Ezra Pound, Ford Maddox Ford, E. M. Foster, Anthony Burgess o Aldous Huxley.
El libro de la selva es, a grandes rasgos, la historia de Mowgli, un «cachorro humano» acogido por los lobos y criado por una loba (como en la fábula), que lo defenderá desde el principio y hasta el final, en pleno corazón de la selva. Una selva la de El libro de la selva inspirada o basada en un lugar real: el Parque Natural de Kanha, creado en el año 1955, ampliado en 1962 y 1970 y ubicado en el estado de Madhya Pradesh, en la India septentrional.
Junto a Musil y Joyce, Franz Kafka figura entre los escritores más destacados del siglo XX, pues ha tenido el excepcional privilegio de ser objeto de atención, no solo de filósofos y de eruditos, sino también del gran público. La metamorfosis narra la pavorosa transformación de un hombre en insecto. En un ambiente de pesadilla, la novela transmite al lector la sensación de excentricidad y de extrañamiento que asalta al protagonista, quien poco a poco va tomando conciencia de que se ha convertido en un parásito con respecto a sus seres más queridos. Meditaciones reúne varias obras que hasta ahora habían permanecido inéditas. En todas se presiente la tormenta y la angustia, el absurdo y la incongruencia de la vida diaria, señales imborrables del autor de América. Mas las sirenas tienen un arma más terrible que su canto, esto es, su silencio.