Era la primavera de 1953 y todo invitaba a pensar que lo peor de la posguerra había pasado. En el aeropuerto de Barajas se agolpaba una multitud esperando a la estrella más admirada del momento: Ava Gardner. Llegaba a Madrid después del largo rodaje de Mogambo, a las órdenes de John Ford. Necesitaba encontrarse a sí misma.
Su amigo Howard Hughes le solía decir que fama y amor eran incompatibles y sus tres maridos, Mikey Rooney, Artie Shaw y ahora Frank Sinatra, lo confirmaban. Eran sus tres grandes fracasos. Solo deseaba olvidar.
Una noche se cruza en su camino Luis Miguel Dominguín, el torero del momento. Sus miradas se cruzaron y, en ese momento, supieron que acabarían juntos. Ambos eran famosos, guapos, jóvenes y, sobre todo, apasionados y libres.
Así fue también su historia.
Todo lo que se cuenta en estas páginas sucedió así. Todos los nombres propios son reales. No hay ficciones en esta extraordinaria y conmovedora narración, historia con minúsculas dentro de la Historia con mayúsculas. 8 de abril de 1977 en Mendoza, una tranquila ciudad argentina al pie de los Andes. Es el último día de vida de Gisela Tenenbaum, de veintidós años, descendiente de judíos austríacos emigrados a América a causa del nazismo. Gisela, Gisi, es buena estudiante y deportista, hermana e hija ejemplar, militante contra las injusticias que asolan su país, cifradas en parte en el golpe de estado de 1976… En un texto prodigioso, sin maniqueísmo alguno, Erich Hackl reconstruye su vida y sus últimos días; y deja que el futuro asome de cuando en cuando para dar voz a los silenciados.
Una obra insólita, auténtico estímulo para la lectura y uno de los grandes fenómenos de la edición francesa.
Pennac, profesor de literatura en un instituto, se propone una tarea tan simple como necesaria en nuestros días: que el adolescente pierda el miedo a la lectura, que lea por placer, que se embarque en un libro como en una aventura personal y libremente elegida. Todo ello escrito como un monólogo desenfadado, de una alegría y entusiasmo contagiosos: «En realidad, no es un libro de reflexión sobre la lectura», dice el autor, «sino una tentativa de reconciliación con el libro».
Este antimanual de literatura concluye con un decálogo no de los deberes, sino de los derechos imprescriptibles del lector (derecho a no terminar un libro, a releer... incluso a no leer).
«Pennac demuestra que se pueden escribir ensayos evitando toda jerga y toda pedantería» (Jacques Nerson, Le Figaro).