Thomas Newton aterriza en Kentucky escapando de su planeta, Anthea, que ha sido devastado por las guerras nucleares y cuyos habitantes son el doble de inteligentes que los humanos. Adopta una apariencia humanoide y se pone manos a la obra para traer a sus compañeros alienígenas y salvarlos de la extinción. Pero su trabajo y la avanzada tecnología antheana que utiliza llaman la atención de Nathan Bryce, profesor de química que no tarda en presumir que Newton esconde algo bajo la superficie. A medida que Bryce y el gobierno estadounidense se vayan acercando cada vez más a su sospechoso, Newton deberá luchar por mantenerse fiel a su misión y salvar a sus congéneres de una muerte segura. Y si bien los humanos son menos avanzados que los antheanos, en ocasiones pueden ser mucho más peligrosos.
El hombre que inventó Manhattan se llamaba en realidad Gerald Ulsrak, estaba casado y tenía dos hijas. O quizá sólo una. Había nacido en un pequeño pueblo en las montañas de Rumania y siempre había soñado con un sitio mejor, Manhattan, y un nombre distinto, Charlie. Trabajaba en el mantenimiento de un bloque de apartamentos y se repetía noche tras noche como un mantra que el siguiente sería un buen día. La mañana de Año Nuevo de 2002 amaneció colgado de una viga del techo.
Su suicidio pone en marcha la recreación por parte del narrador un inquilino del inmueble de un mundo en el que se mezclan la realidad y la ficción. A través de historias cortas, agudas como flechas, marcadas por los juegos de identidades, el humor irónico y unos personajes inolvidables, se erige una ciudad mítica: un Manhattan personal, exacto y al tiempo imaginado, teñido por toda la literatura y el cine que reflejan la ciudad de Nueva York.
Formidable escritor y poseedor de una personalidad arrolladora, Gilbert Keith Chesterton convirtió la paradoja y el sarcasmo en sus principales armas literarias.
Las historias de El hombre que sabía demasiado nos presentan a Horne Fisher, un investigador que no resuelve los crímenes gracias a su ingenio ni a sus dotes deductivas, sino por sus conocimientos sobre los entresijos de la política británica y por su intrincada red de contactos. Pero no es el único personaje peculiar de esta recopilación de relatos que subvierten el género policíaco y al mismo tiempo nos ofrecen una de las mejores obras de uno de los grandes autores que ha dado la literatura inglesa.
En su clásico estudio del pensamiento rebelde, Albert Camus traza un recorrido que va desde la Ilustración hasta las revoluciones del siglo XX, pasando por movimientos como el anarquismo o el nihilismo. Polémico desde su publicación, el libro explora también el vínculo entre rebeldía política y estética, con análisis de figuras como el marqués de Sade, Marx, Nietzsche y los surrealistas. En fin de cuentas, Camus no solo repasa casi dos siglos de insumisión, sino que ofrece valiosas hipótesis sobre la desmesura de su tiempo y, en buena medida, del nuestro.
El hombre sin amor es la antología de los mejores relatos de Eduard Limónov, preparada solo unas semanas antes de su muerte. Estos ocho fragmentos de vida corresponden a un periodo muy concreto de la biografía de su autor y conforman algo parecido a una novela del desamor, o mejor, del desencuentro con el amor, mientras que el astro solitario que puebla sus páginas sería el héroe lírico que bascula día a día entre el éxito y la indigencia, entre el estupor y la venganza, entre la euforia de la carne y la sed de supervivencia.
Incluido en el apéndice del libro, Corpus L. es una acercamiento insólito a la figura del autor ruso. Tania Mikhelson parte de la supervisión minuciosa de los relatos presentes en el libro para entregarnos la más lúcida reflexión acerca de las pasiones que arrastraron a Limónov, más allá de su oficio literario; más allá, incluso, de su propio periplo biográfico; muy cerca del Hades primigenio donde moran los demonios que fuimos y —a eso nos exhorta el autor— que podríamos volver a ser.
Una de las obras europeas más ambiciosas del siglo XX, que consagraría a Robert Musil como una de las grandes figuras de la literatura.
Los dos volúmenes que recoge este estuche conforman una de las obras más singulares de la historia de la literatura. Novela europea por excelencia, El hombre sin atributos es sin duda una de las más emblemáticas del pasado siglo y constituye una de las aventuras narrativas más sugerentes de ese periodo.
La novela examina la existencia de su antiheroico personaje principal, Ulrich, con el fondo de una minuciosa recreación de la sociedad austriaca anterior a 1914. Kakania es el término con el que el autor se refiere al Imperio austrohúngaro, lugar donde vive el citado Ulrich, el hombre sin atributos: un burgués, matemático de formación, que decide dedicar un año de su vida para saber qué hacer con ella. Durante ese descanso será invitado a participar en un proyecto de carácter nacional creado para conmemorar mundialmente el septuagésimo jubileo del emperador de Kakania: el dislate de tamaña empresa de alcance imperial es tal que, una vez constituida, todos deberán afanarse en hallar una idea que la justifique. La contrafigura de Ulrich parece ser el filósofo, economista, magnate, empresario y autor de numerosos libros, Peter Arnheim: el hombre con atributos.