Cuando se publicó El retrato de Dorian Gray, la crítica moralizante acusó a su protagonista de ser una figura satánica, corrompida y corruptora, sin comprender que era el héroe de una novela que reflejaba la fatalidad de los románticos: Oscar Wilde (1854-1900) había querido hacer de la belleza un refinamiento de la inteligencia; y para ello sumió a su protagonista en una atmósfera de perversión dominada por el arte y los poderes de un misterio que está más allá de la realidad. Pero el autor no se conforma con la simple descripción: incrusta a su personaje en un crimen y, como Edgar Allan Poe en sus relatos, lo rodea de un misterio que la razón no puede explicar. Dorian Gray sigue siendo, más de cien años después de la muerte de su autor, una piedra angular en los debates entre la ética y la estética, en las relaciones que mantienen el bien y el mal, el alma y el cuerpo, el arte y la vida.
El retrato de Dorian Gray es una novela representativa de la decadencia humana, del triunfo conseguido sin importar los medios y las formas de la pasión olvidándose de los demás. Sin embargo, todos los seres humanos poseemos un alma y una conciencia. ¿Qué ocurriría si esta pudiera mostrarse por medio de una pintura o transformando la fisonomía a medida que la carcoma del mal se haga presente en el cuerpo?
Era como si el cuadro la hubiera llamado, obligándola a detenerse. Y al leer la inscripción del dorso, «Rose Madder», supo que tenía que ser suyo, el adorno perfecto para su recién estrenado hogar de mujer libre.
Tras años de maltratos, por fin Rosie Daniels había abandonado a su marido y emprendido una nueva vida en otra ciudad.
Pero es muy difícil no dejar pistas, y Norman, el brutal policía con quien se había casado, inicia la caza sistemática e implacable de su mujer. Cada vez está más y más cerca, y Rosie advierte, no sin temor, que su única aliada es esa figura pintada en el cuadro, que la invita a pasar a su lado de la realidad.
Esta novela es el retrato descarnado de la situación de la mujer en el siglo xix, con una aguda indagación en la psicología de la mujer a través de sus personajes femeninos, además de la descripción de las diferencias culturales entre Europa y los Estados Unidos. Apareció publicada primero por entregas (muy habitual en la época) y apareció en forma de libro en 1881.
La mejor novela de fantasía jamás escrita Érase una vez un mago que se llamaba Merlín que preparó a un joven apodado Verruga para un futuro inimaginable en el que se aliaría con los caballeros más célebres del mundo, conocería a una mítica reina y sería coronado como Arturo, rey de Camelot. Esta es una fascinante historia de aventuras, amor, traición y magia que ha cautivado a lectores de todas las edades.
Guebel le da movimiento a la vida palaciega del Versalles de Luis XIV en una delirante novela epistolar llena de intriga, traición y erotismo.
«Guebel es genial, nunca ingenioso. Es el mejor novelista de su –mi– generación. El más monolítico, monolingüe y leve de nuestros grandes autores». Luis Chitarroni
El rey y el filósofo arranca con un contrapunto delirante entre el Rey Sol de Francia y el filósofo Gottfried Leibniz en el escenario esplendoroso de Versalles. Nombrado embajador del Imperio Romano Germánico, el filósofo Gottfried Leibniz llega a Francia con una misión: convencer a Luis XIV de invadir Egipto. Sin embargo, aturdido por el teatro de extravagancias de la corte, su determinación va debilitándose poco a poco. El Rey lo evade por los pasadizos secretos y los salones de Versalles, lo embota con manjares, lo escandaliza con insinuaciones libertinas y lo involucra en intrigas palaciegas que amenazan con guerras, crímenes reales y matrimonios fantásticos.