Con la concesión del Premio Nobel en 1995 se reconocía una de las aventuras poéticas más arriesgadas y logradas del siglo xx: la de Seamus Heaney. Su extensa obra abordó el abandono de los enclaves rurales, la difícil adaptación a un entorno urbano cada vez más aséptico, y las presiones que la política (y la violencia) ejercen sobre el hombre contemporáneo. Heaney barajó durante años preparar una selección de sus poemas que fuese representativa de su extensísima obra. Murió sin rematar la selección, pero dejó indicaciones para orientar a sus descendientes. El resultado es 100 poemas, un viaje que va desde las impresionantes descripciones del campo irlandés hasta las últimas meditaciones inspiradas por la sabiduría acumulada durante una vida entera de observaciones y reflexión. Uno de los pocos poetas del siglo xx que merecen el adjetivo de «imprescindible».
Cuando creemos formas de vida no biológicas, ¿lo haremos a nuestra imagen y semejanza, o aprovecharemos la primera oportunidad en la historia de nuestra especie para «re-crearnos» y hacerlo a su imagen y semejanza? ¿Cómo serán el amor, los cuidados, el sexo y el apego cuando los seres humanos entablemos relaciones con seres no humanos que ejerzan de profesores, trabajadoras sexuales o figuras de compañía? ¿Qué será de nuestros arraigadísimos prejuicios de género? ¿Disfrutaremos en breve de mejoras biológicas e implantes neurales que nos permitan mantenernos en forma, más jóvenes y conectados?
Tras años de reflexión y lectura sobre la inteligencia artificial, Jeanette Winterson recurre a la historia, la religión, la mitología, la literatura, la política y, por supuesto, la informática para ayudarnos a entender los cambios radicales que ya se están produciendo en nuestra forma de vivir y de amar. Con un derroche de ingenio, humor y empatía, nos invita a abrir los ojos y expandir la mente.
«No creo que la sociedad que he descrito en 1984 necesariamente llegue a ser una realidad, pero sí creo que puede llegar a existir algo parecido», escribía Orwell después de publicar su novela. Corría el año 1948, y la realidad se ha ...
En el año 1984 Londres es una ciudad lúgubre en la que la Policía del Pensamiento controla de forma asfixiante la vida de los ciudadanos. Winston Smith, un peón de ese engranaje perverso, trabaja reescribiendo la historia a fin de adaptarla a lo que el Partido considera la versión oficial de los hechos. Hasta que decide poner en tela de juicio el sistema que los gobierna y somete. A poco de publicar la novela, Orwell escribió: «No creo que la sociedad que he descrito en 1984 necesariamente llegue a ser una realidad, pero sí creo que puede llegar a existir algo parecido». Corría el año 1948, y desde entonces la historia se ha encargado de convertir esa obra -entonces de ciencia ficción- en una advertencia más vigente que nunca.
La novela 1984 es un ejemplo, quizá el más contundente junto con Un mundo feliz y Fahrenheit 451, de un posible futuro distópico, completamente totalitario, en el que los habitantes solo tienen la opción de seguir las reglas, o perecer; y en el caso de 1984, de ser «vaporizados», de perecer y ser borrados de la existencia y del recuerdo de que alguna vez hayan existido. Rebelión en la granja es como una fábula a la antigua, en la que los animales hablan, razonan e idean (según las capacidades distintas de cada uno), y hasta siguen los consejos a la rebelión de un viejo cerdo sabio y experimentado.
Una historia de amor en un universo orwelliano dominado por el fanatismo de las sectas, el maltrato y la corrupción.
En japonés, la letra q y el número 9 son homófonos, los dos se pronuncian kyū, de manera que 1Q84 es, sin serlo, 1984, una fecha de ecos orwellianos. Esa variación refleja la alteración del mundo en que viven los personajes de esta novela: Aomame, instructora de gimnasia, y Tengo, profesor de matemáticas. Pero ambos son más de lo que parecen: la bella Aomame es una asesina; Tengo, un aspirante a escritor al que han encargado la corrección de una enigmática obra.