En el otoño de 1940 un barco con civiles noruegos y soldados alemanes a bordo naufraga en Bodö, frente a la costa noruega, al impactar contra una mina. La joven Vera Lind y su hijo recien nacido sobreviven pero su esposo, el armador Thor Falck, y cientos de personas, civiles y tambien soldados alemanes, fallecen.
Setenta y cinco años despues, Vera se suicida. En el funeral, Sasha, la nieta encargada de pronunciar las palabras de despedida, es abordada por la antigua editora de su abuela, quien le habla de un desconocido manuscrito titulado El cementerio del mar, que fue confiscado por las fuerzas de seguridad de Noruega en 1970. Tambien le entrega una carta: es la nota de suicidio en la que Vera le pide a su nieta que llegue hasta el fondo de lo que ocurrió en el naufragio. Con la ayuda de un periodista, antiguo colaborador de los servicios secretos noruegos, Sasha está decidida a descubrir la verdad.
En el otoño de 1940 un barco con civiles noruegos y soldados alemanes a bordo naufraga en Bodö, frente a la costa noruega, al impactar contra una mina. La joven Vera Lind y su hijo recién nacido sobreviven pero su esposo, el armador Thor Falck, y cientos de personas, civiles y también soldados alemanes, fallecen.
Setenta y cinco años después, Vera se suicida. En el funeral, Sasha, la nieta encargada de pronunciar las palabras de despedida, es abordada por la antigua editora de su abuela, quien le habla de un desconocido manuscrito titulado El cementerio del mar, que fue confiscado por las fuerzas de seguridad de Noruega en 1970. También le entrega una carta: es la nota de suicidio en la que Vera le pide a su nieta que llegue hasta el fondo de lo que ocurrió en el naufragio. Con la ayuda de un periodista, antiguo colaborador de los servicios secretos noruegos, Sasha está decidida a descubrir la verdad.
El chico de la gorra es una novela sobre los miedos, las desesperanzas y las pequeñas victorias de una generación que debe encontrar su sitio en un mundo sin manual de instrucciones.
Hola, soy Áxel. Vivo en una furgoneta porque mi vida acaba de saltar por los aires.
En apenas tres días he perdido a mi abuela, la persona que me crio; un trabajo con un buen puesto en una multinacional, que estaba consumiendo mi salud mental; y a mi novia, con la que he compartido los últimos diez años.
La vida lleva treinta y cinco años haciéndome trampas y la felicidad no estaba escondida en el cajón donde me dijeron, así que ha llegado la hora de buscarla en otro lado: voy a vivir de crear contenido para mi blog y mis redes sociales, recorriendo el mundo con mi inseparable cámara. No sé qué es lo que me tiene reservado el perverso señor ese de ahí arriba que maneja nuestros hilos a su antojo, pero espero que al fin sea justo conmigo y me permita disfrutar de este camino.